Hace unos días me topé en las redes sociales con la noticia de que el Alcalde de Cádiz, José María González, había donado una parte de su sueldo a la asociación “Autismo Cádiz” porque, por lo visto, había adquirido el compromiso de cobrar el mismo sueldo que cobraba como profesor antes de acceder a la institución y el resto donarlo a organizaciones sociales. Ni que decir tiene que en las redes no paran de elogiar su iniciativa y ponerlo como ejemplo a seguir, porque, obviamente, esto da mucho juego.
El alcalde aclara en la noticia que “lo que queríamos es que los sueldos de los representantes públicos se parecieran más a los de la gente corriente a la que representamos”. En la aclaración es donde ya empieza uno a desconcertarse porque no sabe uno a quién se refiere el alcalde y su partido cuando hablan de “gente corriente”. Parece que el sueldo del alcalde es el baremo para saber quiénes son la “gente corriente”; son todos aquellos que ganan menos de 1880 euros que es lo que cobra él como profesor, de momento; digo de momento, porque no vaya a ser que otro partido político proponga cambiar los sueldos de los profesores con el argumento de que cobrar 14 pagas de 1880 euros y tener dos meses de vacaciones y casi todos los puentes del año, ni es justo, ni es lo que cobra la “gente corriente”.
Este tema de los gestos de algunos políticos encierra un tanto de fariseísmo y un mucho de demagogia. En algunos casos son poses para ganarse el afecto y el interés de la opinión pública. Me acuerdo ahora, por ejemplo, de Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, que anunció a bombo y platillo que no se iba a ir de vacaciones. ¡Señora: nadie se lo ha pedido, si no se quiere ir de vacaciones no se vaya o es que además quiere que los que no se pueden ir de vacaciones le toquen las palmas!
En cuanto a lo de los sueldos, cabe decir que en España, desde la Reforma Local del año 2013, por ley, todos los sueldos de los alcaldes y concejales vienen regulados y están limitados en todos los ayuntamientos en función de su población. Si un alcalde o concejal electo decide donar parte de su sueldo a una hermandad, a la Cruz Roja, a Cáritas o a una ONG, en su derecho está. Pero, cuando haya elecciones, se les volverá a votar, o no, por su gestión como alcaldes o concejales, no por sus actos de caridad.
En política, como en todo, una cosa es el tocino y otra la velocidad; porque, si no fuera así, en las próximas elecciones deberían figurar en los programas electorales las asociaciones a las que están dispuestos a donar sus limosnas los candidatos; sobre todo para no crear agravios comparativos entre todas las asociaciones demandantes. Y también debería figurar en las ofertas electorales hasta cuánto están dispuestos a bajarse el sueldo pero, ¡ojo!, si se entra en esa dinámica, al final sólo podrán ser alcaldes y concejales los ricos, que son los únicos que se pueden permitir el lujo de no cobrar nada para ostentar un cargo público.