manuel-visglerio-15-de-marzo-2017

Releyendo la dedicatoria de los “Memoriales y Divagaciones” de Joaquín Romero Murube a Don Benigno González Quintanilla, heterónimo del escritor, me encuentro en ella una reflexión redactada en el lenguaje clásico y engolado que Romero Murube atribuye a su otro yo, que, aunque publicada en 1950, parece escrita en estas calendas: “Usted, Don Benigno, dice siempre que vamos hacía una nueva Edad Media. Seguramente llevará razón.

Aquí ya no hay más que culto a la musculatura, asfixiante burocracia y rasero común para todos los espíritus. Hasta las conversaciones y los pensamientos van en líneas rectas, como el estilo cuartelario de las nuevas edificaciones. Y, sin embargo, aún quedamos personas que no hemos podido olvidar que la línea recta es pobreza y debilidad, y que en la curva es donde hallamos la gracia de los dioses”.  

En la Edad Media, con la llegada de los bárbaros, comenzaron a declinar las estructuras políticas del Imperio Romano y con ellas el arte y la cultura dando entrada a una época oscura donde la teocracia cristiana y después musulmana, el feudalismo y la esclavitud del vasallaje, imperaron durante siglos. Algún medievalista dirá que la oscuridad de la Edad Media fue relativa y seguramente tendrá razón cuando nos hable del románico, del arte islámico, de Averroes o de Santo Tomás. Los mismos matices que tal vez hubiera que hacer a Don Benigno por calificar de medieval la cultura y la sociedad sevillana y española de los años cincuenta o que yo debiera asumir por compartir en parte las divagaciones de mi paisano Romero Murube, palaciego de pro, para esta época actual.

En la presente Edad Media, la cultura y el saber se están encerrando en algunas abadías modernas en forma de museos, bibliotecas y universidades, donde una minoría acude al amor de un arte y una cultura arrinconadas por los bárbaros modernos; unos barbaros que habitan sus colmenas alimentados por unos juglares en forma de realitys de televisión que alimentan sus vidas con las vidas de otros y calman sus penas resignándose con las desgracias ajenas.

En la presente Edad Media, las cruzadas reverdecen con la globalización porque los cruzados modernos se han empeñado en alimentar una primavera árabe para trasladar la democracia occidental a las sociedades tribales gobernadas por la “Sharia”, cuando no en robarles el tesoro de Ali-Babá en forma de petróleo.

En la presente Edad Media, los nuevos “trinitarios” se enfrentan a los modernos “arrianos” tratando de imponer sus dogmas religiosos y políticos de manera doctrinaria y excluyente simplificándolo todo al sectario “estar con nosotros o contra nosotros” sin ningún tipo de diálogo, empatía, ni concordia, como las líneas rectas de Don Benigno, rectas paralelas, en forma de autobuses intolerantes o vejaciones y ninguneos ideológicos que no se cruzan nunca o si lo hacen lo hacen en un infinito inalcanzable. Por no hablar de “las conversaciones y los pensamientos (que) van en líneas rectas, como el estilo cuartelario de las nuevas edificaciones”, de los personajes mediocres encumbrados por la televisión y la política que van apostolando a una sociedad cada vez más mediocre y más rectilínea que se encamina irremediablemente hacia el precipicio de la mediocridad si no viramos haciendo un giro rotundo; algo que espero porque, como dejó dicho Romero Murube en boca de Don Benigno “aún quedamos personas que no hemos podido olvidar que la línea recta es pobreza y debilidad, y que la curva es donde hallamos la gracia de los dioses” y perdonen la inmodestia de usar la primera persona del plural.  

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...