manuel-visglerio-5-abril-de-2016

Llevábamos décadas discutiendo sobre la necesidad de liberar el peaje de la autopista AP-4, o bien desdoblar la carretera Nacional IV que discurre paralela a la misma y convertirla en autovía. Esta controversia dio lugar, durante muchos años, a una continua disputa política entre el PSOE y el PP con un evidente interés electoralista.

Y digo evidente porque el tiempo ha demostrado que los dos partidos, que en la oposición exigían la liberación o el desdoble, han mentido sistemáticamente a los usuarios de la N-IV y de la AP-4, porque los dos, cuando han llegado a la Moncloa, no sólo no han cumplido su compromiso electoral sino que además prorrogaron la concesión.

Mientras ambos discutían, los datos de siniestralidad de la Nacional IV no pararon de aumentar hasta alcanzar, desde el año 2000, la cifra alarmante de casi 100 muertes; podríamos remontarnos más atrás, pero creo que el 31 de julio de 2011 fue una fecha fatídica que marcó un antes y un después en la polémica, ya que ese día murieron tres personas en el kilómetro 565,7 de la Nacional IV y siete resultaron heridas de gravedad. A raíz de aquel accidente usuarios de la vía, convocados por el Partido Andalucista de Los Palacios y Villafranca, cortaron la carretera en el lugar del accidente para exigir el desdoble de la misma.

Desde entonces se han ido sucediendo nuevas muertes que han ido acompañadas por nuevos cortes de tráfico y por iniciativas y mociones en los distintos ayuntamientos afectados y en las diputaciones provinciales de Cádiz y Sevilla, sin que los sucesivos gobiernos, de Zapatero primero, y de Rajoy después, hayan tomado medidas amparándose en la crisis.

Es cierto que el último gobierno socialista decidió acometer el desdoble de la N-IV, comenzando por el tramo Dos Hermanas – Los Palacios y Villafranca, llegando incluso a redactar el proyecto, pero cuando parecía que todo estaba a punto de iniciarse, la excusa de la crisis determinó la paralización del proyecto.

Digo excusa, con motivo, porque a pesar de la crisis, el Ministerio de Fomento desde la época del socialista José Blanco hasta la actual de la popular Ana Pastor, ha venido bonificando los peajes para vehículos pesados y ligeros en las autopistas de otras comunidades autónomas, como por ejemplo la AP-II en Aragón, con el pretexto de “evitar los graves problemas de seguridad vial y de siniestralidad que se dan en la carretera Nacional II” y, sin embargo, en la AP-IV, con la misma problemática, sólo se ha bonificado el 50% del peaje para vehículos pesados y eso cuando faltaban cuatro meses para las elecciones del pasado mes de  diciembre.  

Yo llegué a calificar, en su momento, las muertes que se iban sucediendo en esta vía como “homicidios de Estado” porque creo que cuando por parte de un gestor público, en este caso una ministra, se decide invertir arbitrariamente en unos territorios sí y en otros no, a sabiendas de que se están produciendo víctimas de forma periódica, se entra claramente en la vía de lo penal ya que esa decisión pone en juego la vida de las personas.

Podríamos discutir otras decisiones de la ministra de Fomento, como si  debió o no acudir al rescate de las constructoras que están ejecutando el nuevo canal del Panamá, o cuestionar que redactara un plan para rescatar, con dinero público, a las concesionarias de las autopistas radiales de peaje de Madrid que están en quiebra.

Todas estas decisiones podríamos discutirlas y siempre habría argumentos a favor y en contra; que si defensa del empleo, que si apoyo a nuestras empresas, que si descongestión del tráfico en la periferia de la capital, etc… Todo es discutible, pero lo que creo que nunca deberíamos consentir es que una ministra, su gobierno y su partido se rían de nosotros en nuestra propia cara por puro interés electoral en un tema tan vital como nuestra seguridad. Eso es exactamente lo que nos está ocurriendo a los usuarios de la N-IV, desde el día 9 de diciembre del año pasado, fecha en la que el Secretario de Estado de Infraestructuras anunció que comenzaría el desdoble.

Desde esa fecha, curiosamente a falta de once días para las elecciones generales, vienen tomándonos el pelo desde el Ministerio de Fomento y desde la Delegación del Gobierno en Andalucía. Es lo que yo llamo el timo de las estacas, porque en estos cuatro meses se han limitado a clavar las estacas que delimitan el ámbito de las obras y a desbrozar la hierba de apenas doscientos metros del futuro desdoble con una pequeña retroexcavadora; hierba que por cierto, después de tres meses, ha vuelto a crecer. Pasaron las elecciones, se paró la “retro” y algunas estacas ya las cubre la maleza.  

Aquí, ante nuestras propias narices, la señora ministra y sus compañeros de partido, a los que les faltó tiempo para hacerse las fotografías de campaña a pie de carretera, en lugar de la bolita que usan los trileros para timar a los incautos, nos han estado entreteniendo, hasta que hemos votado, con el juego de localizar las estacas por donde se supone que algún día discurrirá el desdoble de la N-IV. Cuando esto ocurra, a mí sólo me cabrá esperar que no sean los trileros de las estacas los que vengan a cortar la cinta y que dejemos de ser incautos porque, como dice un proverbio árabe, “la primera vez que me engañes será culpa tuya; la segunda será culpa mía”.

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...