Hablábamos de telediarios y se premió precisamente al de TVE (mejor informativo del mundo según el instituto académico de análisis internacional Media Tenor), lo que equivale a afirmar que los telediarios del mundo son una auténtica basura.

Miguel Ybarra Otín. Porque hablemos del nuestro: hoy el telediario no es otra cosa que un programa espectáculo más, en este caso, sobre la realidad. Axioma de partida es que su objetivo principal no es informar, sino conseguir audiencia. Y para ello acude a la imagen espectacular, sensacional: al escándalo y la acción (accidente, violencia, muerte) que sólo quedan en anécdota y se alejan del análisis y la crítica político-social que deberían tener por función. Es imperativo en las formas del telediario evitar que se reflexione sobre lo esencial a partir de la información: para ello, mosaico de breves noticias (no caben análisis ni crítica en minuto y medio), obscena simplificación de la realidad (condición indispensable de la rentabilidad: llegar al mayor número de espectadores) y final feliz (fútbol, música y alguna historia de sonrisas) (1).

Por su propia naturaleza, la televisión no “informa” de lo que ocurre, sino de lo que quiere: no existe una cámara en un lugar y ese lugar, sencillamente, no existe. Porque hoy, realidad televisiva se equipara a Realidad, aún con todo el dolor que la infamia conlleva (2).

Hambres crónicas, no coyunturales, de ayer, de hoy y de mañana. Miles de niños mueren a diario mientras el planeta en vilo sigue al globo (y el niño, escondido). “Era por el show”. Por el show se prostituye la política, por el show el Parlamento es el Teatro diario de los esperpentos: largas jornadas de supuesto debate son resumidas en el minuto de gresca, en el grito y el aplauso. Actúan presidentes, ministros y opositores: todo se ha viciado porque allí hay una cámara: los discursos, siempre con repetitivas frases cortas, se redactan pensando en facilitar el corte de 10 segundos que todos veremos a las tres.

Sonríen hasta los imputados: todo es imagen. El rifirrafe no existiría sin cámara: los reproches son teatro para el espectador, siempre, por desgracia, la misma obra. Prueben a coger declaraciones de hace un año de Gobierno u oposición: tráiganlas a las noticias de hoy: serán válidas como para las de mañana.

-La culpa es toda suya, señor presidente. -Ustedes no tienen programa, y allí en la oposición seguirán cuatro años más. (Qué lástima que en ningún país del mundo gobierne nunca la oposición: con la oposición sería todo tan maravilloso…).

Precioso ese mundo insostenible donde la mayoría es pobre y no estalla nada. Cinco agencias de prensa distribuyen el 96 % de las noticias mundiales. Es la contradicción sufrida por el sur explotado: ser narrado por el norte que lo explota. ¿Acaso fueron alguna vez los más privilegiados quienes gritaron Revolución?

(1) Véase el capítulo «Ideología del telediario» en el libro del periodista Ignacio Ramonet «La tiranía de la comunicación» (Editorial Temas de Debate).
(2) Léase a la contundente escritora india Arundhati Roy en “Retórica bélica” (Editorial Anagrama), refiriéndose a un capítulo de la guerra de Irak: “La entrega a Irak de suministros valorados en 5.400 millones de dólares fue bloqueada por el tándem Bush-Blair. Ese hecho apenas sí fue noticia. Pero ahora (…) llegaron 450 toneladas de ayuda humanitaria -una minúscula fracción de lo que se necesita realmente (…)- a bordo de un barco británico (…). Su arribada a Umm Qasr mereció un día entero de emisiones de televisión en directo. ¿Alguien tiene ganas de vomitar y necesita una bolsa? Nick Guttman, director de Emergencias de Ayuda Cristiana (…) manifestó que harían falta treinta y dos barcos (…) al día para proporcionarle a Irak la misma cantidad de alimentos que recibía antes de que empezaran los bombardeos».

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