Tengo un buen amigo que para definir a “la radio” la llama “mi amante perfecta de todos los tamaños”. Esa definición encaja a la perfección conmigo y con mi casa, un hogar en el que hay radios por todas partes y generalmente encendidas.

 

Mercedes Serrato. No me duele en prendas admitir que generalmente escuchamos la SER, y tampoco me duele admitir que últimamente hacemos zapeo radiofónico, ya que a excepción de programas locales, Gran Vía 32 cada vez se aleja más de la emisora que tanto adoré.  La crisis, la muerte de Polanco, la reducción de programas y el cambio de parte del personal me hicieron  replantearme ciertas franjas horarias en la radio… Me quitaron el Cine de lo que yo te diga, programa que me forjó como cinéfila desde bien pequeña, cambiaron locutores, y no entro en el espaldarazo deportivo de los últimos meses que a tanta gente ha defraudado. Pero hay un hecho sobre todos que me dolió más aún en su momento, y que recuerdo en estos días.

Mi hermano de bebé era muy básico, puede que hoy en día también. Sus primeras palabras, por llamarlas de alguna manera, estaban relacionadas con sus necesidades directas. Estas fueron apareciendo cronológicamente, de manera que se empezaron a producir por la mañana a saber:  “guigui” que era como llamaba a su biberón, “pato” que era para reclamar el peluche que utilizaba para tomarse dicho biberón con la cabeza alzada, y por último “Kaki Maonno” con lo que indicaba que quería que mi madre pulsara el botón de la radio-despertador de la mesilla de noche, pues a esa hora nos despertaba Iñaki Gabilondo.

Iñaki ha sido para mí un referente, no como periodista, que también, sino como persona. Una persona valiente, que sabe hablar y escuchar, que argumenta, que siente, que piensa lo que dice y al contrario. Cuando lo he visto en conferencias y entrevistas no ha hecho más que reforzar esta opinión que tengo de él. Hay personas que son así, y como el vino, con los años solo pueden mejorar. Puede que casi llorase cuando hace ya un puñado de años, Iñaki dejara de despertar esta casa por las mañanas y partiera a Cuatro. Sigo comenzando el día con la radio, pero ya no es lo mismo. Y ahora, por si fuera poco, el cierre de CNN+, la grotesca transformación de un canal de información en una supuesta tele-realidad morbosa que no interesa a nadie, y mi querido Iñaki mira a su alrededor y siente que no hay espacio para él en un mundo comunicativo que tristemente cabalga hacia la incultura.

Comentó el donostiarra que  tiene ganas de hacer algo relacionado con la docencia, la enseñanza,  aportar a los que vienen pisando fuerte desde las facultades. Quizás, egoístamente desearía retroceder en el tiempo, y volver a despertar con la actualidad en el oído contada por él, y quizás, si me paro a pensar, podría ser más fructífero su deseo, y que tantos futuros periodistas como pueblan las aulas tengan la oportunidad de aprender algo de un caballero que un buen día, no encontró sitio para él en la pequeña pantalla y el Imperio de Vasile.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...