He pasado gran parte de estas Fiestas sin haber hablado aún de ellas aquí. No es que esté claudicando, pero la actualidad es la que es, y para qué engañarnos, no doy para mucho más…

Mercedes Serrato. Entrar en la polémica de los últimos días sobre el rey Melchor sería engorroso, y suelo hablar más de la cuenta cuando empiezo, cosa que es peligrosa en cuanto a demandas legales se refiere… Sólo comentaré que impera aquella máxima romana de que “la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo”.  En la calle Orfila parece que tras lo acontecido tomaron esta filosofía, y buscaron a alguien así… Pero hasta las personas más honradas  de esta sacrosanta ciudad rehúsan ser el tercer plato, oiga, que no siempre se van a comer los marrones los mismos, o sí…

En cuanto a algo más cercano en tiempo, se aproxima Fin de Año. Siempre he odiado la trascendencia que se le da a esto, los preparativos, los cotillones abusivos, los vestidos… Nunca he sido partidaria de pagar setenta euros por derecho a empujones,  guardarropa y barra libre, porque servidora ya ha hablado aquí alguna vez de que no es abstemia, pero setenta euros son complicados de amortizar, y peligroso para la salud si me apuran. Este año, escapando una vez más de estos tópicos, escapo de la gran ciudad, y como un hombre primitivo vuelvo al origen de todo, la inspiración de Platón, la caverna, la cueva más bien. Evidentemente  la cueva tiene las comodidades propias del siglo XXI, que una es relativamente alternativa pero no idiota. El altiplano granadino durante unos cuantos días será el escenario para que mi vida cambie, como todos creemos engañosamente, al  pasar de año que lo hará nuestro devenir… Así que más bien será  en realidad el escenario para que todo siga igual.

En fin, pasó Papá Noel por casa, si, en mi casa tenemos de eso, tenemos cualquier cosa que se celebre o deje regalos, están por venir los Reyes, los del Ateneo y los que regalan, el año va a cambiar, pasó la Nochebuena, el día de Navidad  y yo, que ando aquí con las manos heladas escribiendo a contrarreloj, pienso en si alguna vez será posible ese sueño mío de quedarme dormida el diez de diciembre y despertarme el diez de enero. Sería un largo letargo liberador de masificaciones y actos por compromiso, frases hechas que no tendría que decir, y demás engorros que ando padeciendo, porque quitando algún ratito bueno, esto a mí no me compensa; incluso no compensa por el lado estomacal, que aunque  parezca raro, estoy deseando abandonar las comidas copiosas y los embutidos ibéricos, que hasta de lo bueno se cansa una.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...