Últimamente, por casualidades de la vida, me cruzo con mucha gente que ajena a la Semana Santa me pregunta por ella. Suelo dar un concepto personal, pues dar uno general es complicado, y en ocasiones podría ser duro…

Mercedes Serrato. Lo último que ando constatando es que cierto sector perteneciente a este mundillo, encajaría perfectamente con aquella definición de “la gata Flora”. No voy a recordar por qué es célebre esta felina en la cultura popular, que esta columna es seria, pero sí aclararé a qué viene esta comparación.

Resulta que desde hace ya un par de años, tanto por parte de la Iglesia como por cierto sector conservador del mundo cofrade, se viene manifestando cierta molestia por aquellas denominaciones que se atribuyen a la Semana Grande tales como “manifestación cultural”, “fiesta popular”, “folclore andaluz” y alusiones parecidas. Molestarse por atribuir estas características a esta fiesta me parece de una ignorancia espantosa. En un afán de evangelización extraña se pretende sacudirse cualquier cosa que pueda resultar mínimamente laica, aferrándose al concepto religioso. Imagino que todos los que opinan esto pensarán que en el Evangelio de San Mateo encontrarán de boca de Jesús de Nazaret que la Hermandad de la Carretería vestirá terciopelo azul, que a su paso por Molviedro la Virgen de Monserrat se acompañará con Margot, y así todo…

Por supuesto es innegable el carácter religioso de esta celebración, es la base del Cristianismo conmemorar la Pasión y Muerte de Cristo, hasta ahí todos de acuerdo. Ahora bien, podemos hacerlo como en Filipinas o como en Sevilla, de ahí nacen las connotaciones de fiesta popular y en ocasiones populosas de nuestra Semana Grande. Pero lo dicho, hay quien se molesta y reniega de todo esto; como digo muchas veces, si a más de uno le diera por leer a Isidoro Moreno no tendríamos que escuchar tantas sandeces…

Pero ahora viene el hecho que ha provocado toda esta reflexión en mí, el nuevo cartel de las Fiestas de Primavera. Dos flamencas bailan garbosamente en una caseta, y en una cornucopia de la pared, en el barroco reflejo de la escena, la Giralda; fin de la escena. Ni un paso, ni un cirio, ni un nazareno… y yo digo… ¡Olé!  Al fin y al cabo en esta escena era complicado meter algún elemento cofrade, y aun habiendo sido posible colocar un cuadro en la pared de alguna imagen sacra, el autor no concibió así su obra, qué se le va  a hacer… Al fin y al cabo, hace ya un tiempo, Palacio desdeñaba la utilización del término Fiestas de Primavera que empezaran a usar los Montpensier, pues argumentaban que nada tenía que ver una fiesta con la otra.

Muy bien, ya la Semana Santa no está reflejada en un cartel  «pagano», ya nadie puede aludir a su carácter folclórico, cultural y llano… ¿Ahora qué?  Ahora se quejan, ahora han puesto el grito en el cielo los de siempre. Es una afrenta, un desdén imperdonable, una falta de respeto. Menosprecian al autor, lo acusan de desconocer lo que es Sevilla, olvidando unos y desconociendo otros que Juan Valdés ya pintó un cartel de Semana Santa hace bastantes años; cartel exclusivo de esta temática que corre a cargo del Consejo, pero no les vale.…

Lo dicho, parecidísimo a la gata aquella…

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...