Mantengan la calma si el transporte público de esta ciudad es insuficiente y está fatalmente gestionado. No se preocupen por la falta de accesibilidad, de todo tipo, de nuestra urbe. Conserven el temple ante el desempleo o el desarrollo insostenible que nos rodea. Las voces autorizadas de Sevilla ya se están preocupando de lo grave; la decoración navideña.

La cosa es que sabía que esto pasaría. Aunque tuviéramos decoradas las hojas de los árboles con aderezos de Cartier y a un coro vienés desgañitándose en la calle Tetuán, sabía que los de siempre, y digo los porque en su mayoría son ellos, se iban a quejar como si les estuvieran arrancando la piel a tiras con unas tenazas oxidadas tamaño XL.

Y lo peor de esto no es que sea previsible, es la estupidez ambiental que genera, porque claro, aquí hay gente que, bendita su suerte, cobra por escupir tinta y algo de bilis. Gente muy autorizada por nadie sabe que autoridad, que se dedica a hacer chistes de bolas y deslizar frases hechas, hechas de caspa principalmente, para acabar haciendo una loa a Zoido y su bendita figura… y valoren que me estoy conteniendo yo por no caer en el facilísimo chascarrillo de la figura del ministro…

Las bolas no han gustado, según dicen. La cosa es que aún sin gustar, dicen que el centro de la ciudad está hasta la bandera. Recalco el dicen porque cada vez tengo más desapego a las bullas navideñas.

También el Mapping recibía críticas y también el centro se llenaba como si regalaran algo.

Podemos deducir, sin riesgo a errar mucho, que hay mucha gente a la que le gusta ir al centro en estas fechas; y ese hecho es independiente a la cuestión de la calidad decorativa o de los espectáculos que el consistorio brinde a la ciudadanía.

Lo peor de este duelo partidista del «y tú más», «y tú menos», es que nadie parece atender ahora a lo mismo que se desatendía antes: el comercio.

Comerciantes se quejan ahora y se quejaban hace cuatro años de lo mismo; la gente pasea, la gente da vueltas y la gente, por el motivo que sea, no compra.

Pero como aquí no hay quien sepa sumar dos y dos, se repite una fórmula que no tiene sentido por más veces que se ponga en práctica. Atraer al público con luces de colores como si fueran un puñado de insectos es fácil de hacer, pero eso ni levanta la economía, ni fomenta la participación ciudadana ni hace ganar elecciones.

Teniendo eso en cuenta, podemos discutir si la Navidad en Sevilla era o es religiosa, era o es adecuada, era o es cara…

Podemos discutirlo, aunque a mí personalmente me resulte un debate un poco soporífero porque además, y por encima de todo, a mí la Navidad me parece hortera, por propia definición, por propia necesidad de la fiesta.

Pero claro, entre que llegan y no los debates cofrades de Cuaresma, hay que matar el tiempo con algo, y ya que hay que dejarse neuronas en el asunto, mejor que sean temas como estos, sesudos…

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...

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