El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

Prometí que renovaría esta columna, que en mi ausencia vacacional dejaría artículos intemporales que suplieran el vacío y el tiempo que yo mientras disfrutaba por tierras cántabras, y la cosa es que no pudo ser. Sufrí un apagón informático fulminante, y como suelen ser estas cosas, afectó a más de un equipo…

Mercedes Serrato. En la sociedad actual, esto es lo más cercano a una catástrofe, y de hecho lo pensé. Creí que quizás se apoderaría de mí un tremendo “mono” que me causaría ansiedad por no gozar de correo electrónico, redes sociales y demás ofertas del abanico digital e internauta. Pero no, nada parecido, me resigné, y me olvidé del tema. Me dediqué a ver películas, preparar mi maleta, buscar como una cazadora avezada unas entradas para la inauguración de la Bienal de Flamenco. Luego llegó esa vuelta a España, dirección Cantabria pasando por Valencia y vuelta por la Ruta de la Plata; una maravilla, un cúmulo de paisajes y sitios estupendos de los que ya hablaré cuando se tercie.

Y resultó que volví, bruscamente pasé de taparme con manta al calor hispalense, y entre la rutina que aguardaba estaba mi ordenador reparado que  me hizo volver a mi realidad informática. Entonces vino el auténtico estrés, el agobio. Mensajes pendientes, fotos que me habían etiquetado, eventos, invitaciones a mil cosas… La mitad no era importante, pero ahí estaban, aguardándome, sobrepasándome al perturbar la tranquilidad en que yo vivía sin conexiones virtuales con el mundo.  

Como dice el título, parafraseando algo exageradamente a Sabina, mis vacaciones informáticas me costaron eso, 19 de días de descanso, o alguno menos, y 500 mensajes a mi vuelta…

Y es que Sabina es parte importante de mi vida, y desde aquel verano sanluqueño en que fui por segunda vez a un concierto suyo, muchos veranos han concluido con actuaciones del Flaco. Este año ha sido uno de ellos.  Quien quería ofenderse con los comentarios que el cantante hizo en Huelva, pues se ofendió. A mí sinceramente me dieron lo mismo, no me los tomé en serio, y si me apuran, dijo que “Los sevillanos son muy suyos” ¿acaso eso es mentira?  Por supuesto, aprovechando el cachondeo generado, aquí hizo bromas con eso, que más que resarcir a los indignados creo que solo se reían de él mismo, y aquella metedura de pata que se sacó de contexto; pues lo dicho, quien quiso ofenderse se ofendió, los incondicionales del Flaco seguimos sin tenérselo en cuenta.

Mientras, hago por reengancharme a la rutina de Septiembre, sabiendo que me quedan un puñado de canciones de Sabina para ayudarme, y muchos contactos que a diario se comunican conmigo, para cosas más importantes o más banales.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...