Hace bastante tiempo, a raíz de un indignante artículo de Juan José Millás en el dominical de El País, una amiga y yo escribimos una carta al director que nunca vio la luz, al menos hasta donde yo sé.

Mercedes Serrato. Vaya por delante que siempre me ha gustado mucho el señor Millás, pero a causa del desconocimiento o la ignorancia, aquél artículo que buscaba la conformidad fácil reivindicando un ateísmo moderno y un anti-tradicionalismo de manual progre, era algo con lo que no estábamos de acuerdo.

Resumiendo, era una crítica a la Semana Santa andaluza que don Juanjo consideraba un escaparate para el famoseo, un lucimiento del señorito y una mentira soportada en una estética que no le gustaba. Realmente, toda esta historia no tiene nada que ver con lo que quería contar, o si. Dentro de mi esquema mental si tiene sentido. Me he puesto a pensar en los últimos “movimientos cofrades” que se han podido observar en la ciudad.

Poco tiene que ver con el artículo de la discordia, eso es claro, pero al final todo se reduce a lo mismo para mí: el respeto.  Aún recuerdo el polémico reportaje de Thais Villas en un programa que por otro lado me encanta, ‘El Intermedio’ en la Sexta. Creo que mi amigo Miguel Andréu tampoco olvida aquello y todo el jaleo que conllevó comentar eso en su blog. 

Es triste que basándose en tópicos y estereotipos que ojo, existen, pero son la minoría, en muchos sentidos, a la Semana Santa se le pierda el respeto, pero mi duda es: ¿y nosotros? ¿nos respetamos? ¿respetamos esto que decimos querer tanto? Entiendo que a veces hasta es complicado. Organismos como el Consejo de Hermandades y Cofradías, o destacados miembros de la jerarquía eclesiástica hispalense nos desconciertan y nos hacen volvernos algo locos; “Esto está bien, esto está mal, pero si lo hace fulano está menos mal…” “Ahora te doy, ahora te quito, recuerda que eres Iglesia, recuerda que eres folclore”.

Y entre que nos marean, y que en ocasiones carecemos de firmeza, de una convicción férrea para decir “Esto sí, esto no”,  pues nos vemos como nos vemos en muchas ocasiones, haciendo cosas inverosímiles, bien por miedo a que se nos tache de cualquier cosa, que aquí eso de tachar gusta tela,  bien porque nos parece genial y estupendo todo y “páseme otro adobito”.

Que un político arribista haga una maniobra rumbosa para salvar su puesto, el cual es vox populi que peligra, nos parecería detestable, que lo haga un miembro de la Iglesia es hasta aplaudido por muchos y aprovechado por otros, que se van a pegar un paseíto. Y me duele escribir eso, pues cuento con amigos en varios de estos “paseítos”, tanto los que son más cerca o más lejos, pero  cuantas más vueltas le doy, más impresionante me parece la actitud de muchos.  Siempre me queda el vago consuelo de pensar que no todo está perdido, como un par de hermandades que elegantemente rehusaron acudir al Vía-Crucis de la JMJ y no se ha enterado ni el gato.

Es lo que nos queda, más aún en los meses que vendrán, cuando volvamos al mediatismo morado en su máximo esplendor; y luego, cuando se nos haga burla, se desmadre todo y se pierda el sentido de muchas cosas olvidando tantas otras, yo tal vez peque de autocrítica y piense: “Nos lo merecemos, por no saber que el respeto empieza en nosotros mismos”.

www.SevillaActualidad.com

Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...