El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

¿Podría este plátano conseguir más fans que los Jonas Brothers? Nada más ver esta página de faceboock solté una carcajada y me hice fan, no lo puedo evitar, es casi enfermizo el clickeo de hacerse fan de cosas, pero eso sería otro tema que casi debería tratar con un profesional de la salud mental.

Mercedes Serrato.  No conozco a este grupo, no sé que cantan y ni siquiera tengo muy claro cuántos son los hermanos en cuestión, pero recientemente han estado en nuestro país. Los medios de comunicación no perdieron tiempo, había que hacer el típico reportaje de adolescentes enloquecidas, niñas fanáticas medio llorando, con la cara pintada, gritando que los quieren o confesando el tiempo que llevan en la cola. Es divertido ver el fanatismo, dejar entrever que están locas, que lo suyo no es normal.

Cuando era adolescente seguí a Take That, los Back Street Boys e incluso  por un breve tiempo a las Spice Girls. Cierto es que no llegué a los extremos antes nombrados, puede que porque no se dio la ocasión de un concierto o similar, puede simplemente que en mi caso no fuera tan profundo el fanatismo. Desde mucho tiempo antes tenía otros ídolos musicales como Joaquín Sabina o Antonio Flores, y estos no se prestaban tanto a los posters, el marketing de Súper POP y demás cosas de las que si gozaban los quintetos musicales que empapelaban mi habitación.

Dicho lo cual, siempre que veo el reportajito de marras con las chicas histéricas antes de un concierto o una firma de discos, me quedo  con  la duda de pensar si están locas o si ellas simplemente lo exteriorizan más. ¿Están menos locas ellas que la gente que gasta una pasta en ir a cualquier parte de Europa siguiendo a su equipo de fútbol?  ¿tienen menos cabeza que los coleccionistas de vinos?   La Conferencia Episcopal anda removiendo Roma con Santiago, nunca mejor dicho, ante la próxima visita del Papa, y que nadie se me vaya de tercio que no comparo a Benedicto XVI con los Jonas Brothers, que hasta ahí podía llegar el chiste, pero ¿tanta es la diferencia?  La gente se moviliza por algo que sin una explicación aparente les reporta en su interior, casi podría ser una definición de fe, y reitero que no digo que estos chicos sean líderes espirituales, simplemente es que en cierto modo no es tan descabellado lo de las fans. Si además tenemos en cuenta que la adolescencia es esa edad donde todo se magnifica, todo se multiplica por tres, lo bueno y lo malo, es casi normal ese comportamiento.

De todas formas, aunque ya he dicho que no fui de esas que lloraban persiguiendo que Nick Carter les lanzara un beso, si que aún conservo algún disco o cinta de aquellos tiempos, y la verdad es que me despierta una sonrisa. Simplemente cada cosa tiene su edad y tal vez pasar por ese cúmulo de emociones desbordadas por un ídolo es una etapa de la vida que hay que vivir.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...