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La navaja de Okan estaba tan afilada que cortaba de lejos. Niña dulce, angelical, chico conflictivo, de mala pinta y peor reputación.  Quizás ahora nadie piensa que él venía de un entorno no muy recomendable, que nunca nadie le ayudó a salir de aquello y que eso hizo que se convirtiera en un adulto capaz de lo peor.

Por Mercedes Serrato. Tal vez nadie ha pensado que ella era buena y generosa porque lo aprendió en casa, porque sus padres la educaron para ello.  Todas las fichas estaban dispuestas, porque en la adolescencia el peligro está desdibujado y no piensas que el “pandillero” del que te has enamorado llegue a ser tu verdugo.

Desde un principio todo lo señalaba, y finalmente se cumplió la peor previsión.  Evidentemente no puedo ponerme en el lugar de los padres; por eso, por la lejanía y por el conocimiento profesional que puedo tener, aunque sea escaso, quiero romper una lanza a favor de la Policía. Entiendo que para un padre sometido a una situación tan límite como la que desgraciadamente les ha tocado vivir a los padres de Marta, todo el trabajo es poco, todas las búsquedas son insuficientes y todos los minutos siglos que se derraman sin una respuesta.

Más aún cuando ese sexto sentido que tenemos los seres humanos nos pega tirones por dentro y nos dice cual es la respuesta. Al final, y por desgracia, este sexto sentido les dio la razón, pero a veces, este irracional impulso no comprende de las leyes de los hombres.  Para bien o para mal, siempre pensaré que es para bien desde luego, en este país tenemos presunción de inocencia, y pese a juicios sociales, estereotipos o evidencias supuestas, la presunción existe, y este chico era un presunto culpable.

Tenía muchas papeletas, las tenía casi todas, pero que tenía derecho como ciudadano a replicar, a tener coartadas, es algo innegociable.  El tiempo, las pruebas y el trabajo de la Policía desmontó todo aquello y ahora el culpable tiene nombre y apellidos, aunque no dejará  de ser presunto hasta que un juez lo dictamine…  Pero mi reflexión es tan simple como que hasta él, hasta ese chico celoso y agresivo, merecía ese mínimo margen que la ley le daba.

Ahora que todo el mundo dice “Lo sabía” o “Esto se veía venir” yo pienso que tenía las mismas probabilidades para ser culpable como para no serlo.  Tal vez mi futura profesión me intenta llevar a la objetividad extrema, a una escrupulosidad que parece incompatible con el dolor de unos padres, y nada más lejos de eso. 

Habrá pocas cosas peores que sobrevivir a un hijo, más aún de esta manera tan cruenta que les ha tocado a los padres de Marta, pero si pienso que las cosas tienen sus tiempos, exactos y medidos. La Policía ha hecho un trabajo impecable, justo; quizás muchos crean que debían haberlo detenido antes, pero los tiempos de arrestar primero y aclarar después, por suerte, en este país quedan lejos.

Muchos “y si” se nos quedan en la cabeza; y si ella no hubiera quedado con él, y si él no hubiera desarrollado esas conductas, y si ella nunca lo hubiera conocido…  Nada de esto sirve ya, nada arregla nada, no hay mas realidad que esta, tan dura como esas pesadillas de las que nadie te despierta.

Ahora, como seres racionales que debemos ser, la justicia seguirá su curso; aunque esta sea lenta, aunque su sistema tenga grietas… Sus padres tendrán que aprender a vivir con esto, y su asesino tendrá que afrontar lo que hizo. Tal vez a veces cuesta aceptar los roles que la vida nos reparte, y aunque no me gusta comparar, cuando veo a Juan José Cortés, creo que no es tan difícil, que el dolor se puede canalizar y que entre todos podemos hacer que la palabra justicia cobre más sentido.

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Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...