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Cualquiera diría que el tiempo electoral es como escribir la carta a los Reyes Magos de Oriente pero a la inversa. Aquí no se trata de pedir, se trata de dejarse cortejar, de que te ofrezcan todo y más.

Los buenos propósitos se cuentan por miles; miles de empleos, miles de euros, miles de lo que sea a cambio de una papeleta. Por supuesto, de tanto poder prometer y prometen, se ven algunos plumeros. Por un puñado de votos Albert Rivera se hace feminista, aunque no consiga engañar a nadie ¿Quién asesoró a este buen hombre con lo de «las mujeres pedimos paso»?  

Esta mujer sólo pide que dejen de tomarla por gilipollas, que lo mismo es mucho pedir. De hecho, visto lo visto, eso tal vez es lo único que no nos conceden, la posibilidad de no suponer que el electorado es idiota y se va a creer cualquier cosa que no se cumplirá.

Aún recuerdo aquella maravillosa promesa de Juan Ignacio Zoido, una pista de esquí en Los Bermejales. Si alguien se imaginaba saltando con tablas en los pies al sur de la ciudad, debió sentirse fatal con aquello del saneo de las cuentas. Deslizarse sobre el saneo de las cuentas no tiene punto de comparación con las expectativas creadas.

Pero este es el tiempo de la ilusión, donde todo es posible y todo el mundo rebosa simpatía. Y en este punto, de las mil dudas que tengo, tal vez la mayor es , ¿y esta disputa competitiva por ver quien quiere más a Adolfo Suárez? ¿Era necesaria?

Hay muchas opiniones sobre el hecho de que afrontamos una nueva transición, pero para esta interpretación a lo UCD no andaba yo preparada. Pero lo dicho, el tiempo de la ilusión; todo es posible. Aprovechen porque el veintiuno de diciembre volveremos a tener sueños grises en un panorama gris.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...