La muerte de Chespirito conmociona no por el hecho en sí, sino porque parece manifestar el fin de una época, de un tiempo que fue común a la niñez de distintas generaciones.

Rilke vino a decir algo así como que la verdadera patria de un hombre era su infancia; extrapolaremos su falocrática concepción asumiendo que también la patria de las mujeres puede andar por allí, en el tiempo fugaz y eterno de los primeros años de vida.  Y probablemente esta fuera una de las claves del éxito del cómico; no olvidar su patria, mantener la infancia en una comedia con adultos hechos niños que pataleaban, berreaban, soñaban con pelotas cuadradas y jugaban a cualquier cosa disparatada.

El Chavo del Ocho no dejó indiferente a nadie, puede que por algunas frases lapidarias que en ocasiones concentraban toneladas de esa lógica infantil que vamos perdiendo con la edad: «Fue sin querer queriendo» puede ser la definición más acertada de esas meteduras de pata que se nos escapan con intencionalidad.

El Chapulín Colorado era otra cosa. El paradigma del antihéroe elevado a la enésima potencia. No sé que me impactó más con los años, si conocer que los chapulines colorados son unos escarabajos que los mexicanos comen con agrado o si enterarme que el Hombre Abeja de Los Simpsons era un homenaje a esta figura.

En cualquiera de las dos versiones, llegamos a adorar esos decorados algo cutres, esas tramas alocadas, ese acento y esas expresiones del otro lado del charco. Todo eso, que ya estaba lejos, parece irse definitivamente con la muerte de Chespirito.

Tal vez el otoño se presta demasiado a regodearse en la nostalgia, o al menos para mí es así y me paro más a divagar con la caída de las hojas del almanaque que con las de los árboles.

La semana pasada, en ‘La noche sabinera’ en el Quintero, vi asombrada e incluso asustada, como mucho público asistente no conocía la mayor parte de las canciones; temas del maestro Joaquín de los años ochenta y noventa…

Para mí eran canciones de mi infancia pues a partir de los seis años hice que mis padres me procuraran todos los discos anteriores a «Física y Química». Que tanta gente, supuestamente fan de Sabina, desconociera canciones que para mí han sido tan importantes y que prefirieran salir y entrar de la sala durante el concierto… me descolocó.

Y con estos detalles nimios la patria se aleja, la vida se llena de otras cosas, que también son importantes y cuando quieres darte cuenta… pues la maldita Navidad se encaja a la vuelta de la esquina, porca miseria…

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...