Leche condensada, roquefort y plátano. Cosas que por separado me gustan, aparecieron todas juntas en una pizza… La decisión no es tan simple porque, por más que ciertas cosas nos gusten por separado, ¿es buena idea mezclarlas?

Cantaba Serrat aquello de «me gusta todo de ti, pero tú no», y a mi modesto entender, es una frase muy útil cuando te encuentras en una tesitura como la de la citada pizza. Y no sólo de pan vive el hombre, menos aún la mujer, por  lo que este estribillo tiene infinitas aplicaciones.

Cuando analizo (humilde análisis de persona a quien le preocupa el mundo donde vive) la política actual, me vuelve la frase como un mantra si Podemos sale al baile. Me pregunto si el «duelo de Pablos» es una charada o la evolución natural de los sistemas democráticos del momento.  Aunque lo más curioso no son las luchas internas de este partido; lo más curioso son los contrarios al mismo.

Empiezo a ver que hay gente verdaderamente agresiva que se revuelve y despotrica airadamente contra esta formación. No hay que ser una eminencia en el campo de la psicología para saber que cuando alguien se altera así por algo que en principio le debería resultar ajeno, es que siente la amenaza, tiene miedo. Históricos fachas y fachillas de nuestra ciudad, alertaban en la noche del domingo a la población sobre los peligros del discurso de Pablo Iglesias. Sus redes sociales echaban humo mientras el politólogo charlaba con Évole. 

En momentos así mis prejuicios contra este partido se relajan. Si son capaces de colocar a determinada gente en ese estado de nervios, algo tienen que tener, algo estarán haciendo bien. El problema es cuánto va a durar ese algo.

Si una cosa he aprendido es que en política nadie es eterno, y no me refiero a inmortal. La gente cambia, y en este ámbito parece que ninguno cambia para bien. El dolor que me produce ver a Felipe González o a Alfonso Guerra a día de hoy sólo es comparable al que me produce Joaquín Sabina cuando incurre en alguna de sus, últimamente muy frecuentes, incoherencias.

Todas estas cosas me rondan mucho por la cabeza en estos días. Tanto es así que la otra noche le confesaba a un amigo el miedo que se esconde tras todo esto: temo a las elecciones, tengo mucho miedo a votar; no sé a quién darle mi papeleta y probablemente será alguien que acabe decepcionándome.

Hay tiempo para pensar, claro. Aún quedan un par de vueltas de tuerca, pero no sé si pasarán las suficientes cosas como para dejar de pensar lo que Serrat pensó de aquella mujer: me gusta todo de ti, pero tú, no. Paradójicamente, sin saber bien por qué, sin saber si fue atrevimiento, inconsciencia o ganas de romper cierto aburrimiento, me comí aquella extraña pizza de leche condensada, roquefort y plátano… ¿Qué quieren que les diga? Todo por separado me gustaba y la curiosidad fué más fuerte que yo. Sinceramente, no estaba tan mal, tenía su gracia.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...