Leo en El País una pieza sobre los 10 escritores que mandan en internet, que no escritores internautas; escritores de este siglo que no se enclaustran en el extraño aislamiento cartujo de otros, sino que conviven con naturalidad con las redes sociales y el mundo cibernético.

El pasado jueves fue el cumpleaños de mi nunca demasiado admirado, Alejandro Dumas. Que vamos a hacerle, medio mundo revolucionado por la plasmación en cine de «50 sombras de Grey» y yo sigo con parte de la mente y las preferencias literarias en la novela folletinesca, que haciendo el chiste fácil tendría su relación con las famosas sombras…

Dumas, tan llano y populoso como era, se habría volcado en las redes sociales, no me cabe duda. De hecho, este podría haber sido su tiempo. Su condición de mulato no era tan favorable en aquellos años como ahora, donde sería considerado un hijo del mestizaje francés, como los futbolistas o raperos famosos de ese país. Su historia de hombre hecho a sí mismo, del niño abocado a la marginalidad que era y que llegó a ser un afamado escritor, excesivo y derrochón, habría encajado tanto en estas décadas que alternaría su presencia en las tertulias políticas con las portadas en revistas de cotilleos. Incluso su afición a alguna que otra droga, sin las que supongo que no habría podido escribir la serie de «Memorias de un médico» lo habrían convertido en uno de esos golfos que el público adora a la manera de Irvine Welsh, digno ocupante del puesto octavo en el listado que comentaba al principio.

Básicamente, a la gente no sólo le atrae que sus autores de cabecera comenten sus libros, personajes o proyectos en la red. Lo atrayente es que opinen de otros temas, muestren y demuestren su cotidianidad, hagan chistes, se enfaden… Vamos, lo que hace cualquiera en Internet pero con el respaldo y el interés de tener algún best seller en el bagaje personal.  Claro que en España uno de los autores más seguidos y perseguidos en las redes es Paulo Coelho, lo cual también lleva a pensar que la gente busca frases bonitas, soluciones trascendentales a sus enormes conflictos existenciales y un consuelo ante la infinita injusticia psicoafectiva que supone vagar por este cruel, mundo cruel. La gente tiene derecho a buscar, incluso encontrar, todas estas cosas en un antiguo relaciones públicas de discoteca como es el amigo brasileño, tampoco él es responsable de haber arrastrado a las masas haciéndolas creer que el universo se conjura para concederte tus deseos, que digo yo que el trajín del universo a este respecto debe ser un no parar con la demanda deseosa que hay… Pero al fin y al cabo, mejor será andar leyendo a Coelho que robando por ahí, claro que la hostia existencialista que puedes pegarte cuando el universo no se conjure de ninguna manera puede ser morrocotuda… ¿Qué le vamos a hacer? Ya dejé claro al principio que babeo pensando en un Dumas actual, twitteando que ha encontrado las desvergonzadas memorias de un joven mosquetero o que se ha pillado un enorme cabreo con Víctor Hugo y sus amigos pijos porque lo consideran un escritor del populacho que no está a su altura intelectual… Soñar es gratis y si algunas se deshacen fantaseando con un millonario guaperas que les atice de vez en cuando, yo puedo dejarme llevar en el delirio de los escritores con impacto en Internet. 

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...