«Quien lo probó, lo sabe.» Eso dijo Lope de Vega sobre el amor, y eso mismo es aplicable a ese extraño vacío que deja la Semana Santa cuando pasa, cuando esos días se extinguen y consumen, y solo queda esa mezcla de tristeza y alegría que podría definirse, sin llegar a ser del todo exacto, como nostalgia.

Parece que una nunca está del todo preparada para lo que se le viene encima, las fuerzas siempre están desmedidas, las ilusiones mal repartidas y el ánimo nunca se presenta ajustado a lo que va a pasar… Puede que por demasiados motivos no esperara esta semana, puede que ya no me atreviera a soñar con días tan plenos, tan irreales… Tal vez sea mejor así, aceptar que las cosas tienen la medida que las cosas quieren tener, que nunca se va a estar preparada y lo mejor es dejarse sorprender, dejarse llevar, ilusionarse como si fuera la primera vez que se ve una cofradía, como si los adoquines te dejaran redescubrir lo que creías que sabías, cuando en realidad no tenías ni idea…

La nostalgia es bella, es buena, es generosa… En todo el lluvioso Domingo de Resurrección no recordé ni una vez esas malditas sillitas plegables que el Diablo debiera llevarse a lo más profundo de sus dominios… ya apenas recuerdo esos desafines de corneta entre lo irrisorio y lo esperpéntico… Recuerdo mi teoría de que ahora no importa llevar un caballo en el paso, ahora lo que pega es tener un olivo, pero hasta eso echo de menos… Me arrepiento de no haber estirado mis fuerzas hasta lo inhumano por haber visto una vez más esa cofradía, por no haber vuelto a buscar aquella esquina o plaza para la que no me quedaba tiempo o aliento para llegar…

Ahora sonrío al recordar que al igual que un pelícano que se pica el pecho, una madre cargada de pizzas por la Avenida merece ser considerada el símbolo del amor; y que no hay mejor entorno para reencontrarse con algún amigo que uno con nubes de incienso. Ahora daría casi cualquier cosa por volver a escuchar una mala saeta, porque siempre tenía alguna buena en el recuerdo con que compararla, ahora extraño la climatología cambiante, los mil whatsapps que llegaban o no, porque en esta semana hasta el 3G tiene que adaptarse a lo que disponga el ritmo de unos días que se cuentan al revés.

Echo de menos ahora tantas cosas que hasta duele pensarlo y ni debiera hacerlo… Es tan raro este momento que esta semana el graderío no tiene columnas ni opinión, no tiene políticos mamarrachos ni mi habitual rosario de despotriques… Esta semana solo hay nostalgia, esa que como escribió Lope, solo sabe como es quien la probó…

www. SevillaActualidad.com

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...