El mundo sigue girando alrededor del Sol y parece que nuevamente, Estados Unidos, amparado en una supremacía mundial que nunca acertaré a saber de donde sacan, decide quienes son los buenos, quienes los malos y cual es la forma de arreglarlo.

Hasta cierto punto podría coincidir con el país de las barras y estrellas en quienes son los malos y los buenos, pero en la forma de “arreglarlo” es donde viene lo peor. Desde luego es muy curioso como a ese estado le afectan las cosas, ve la necesidad de intervenir en Siria, lo de Irán no lo ve tan grave, no porque la situación no lo mereciera, más bien imagino que temen más a uno que a otro. Lo mejor a estas alturas es que Mariano no quiera hacerse el valiente como le ocurrió a Aznar…

Claro que con el jardín que tiene Rajoy en casa sería ya de tonto de cuarto nivel que se metiera en semejante conflicto. Lo del supuesto gobierno progresista francés ya mejor ni pensarlo, no me explico el interés en bailarle el agua a Obama y lanzarse a semejante cruzada. Intentar algo democrático, una intervención política, un proceso judicial, no manipular unas futuras elecciones no parece una posibilidad; USA no va a meterse en algo que no le reporte el beneficio de poder manipular el país, como recientemente se recordó en la oscarizada película Argo.

La peor parte para mí es la del vínculo que yo no conocía, pero que hace años me mostraron. Por cuestiones de la vida y los derroteros profesionales tuve la inmensa suerte de hacer prácticas en el Centro de Acogida al Refugiado donde no había un residente de Irán o Siria que no me preguntara si yo era de aquí o venía de Oriente Próximo.

Yo, sevillana de toda la vida, andaluza desde todas las generaciones que conozco no había pensado que pudiera parecer de otro sitio pero sí. Mis rasgos, mis ojos, mis cejas, mi pelo, todo les hacía creer que yo podía ser de alguno de sus países de origen, tanto que llegaron a afirmarme que si no abriera la boca, allí pasaría absolutamente desapercibida. Investigando ví algunas películas iraníes y me di cuenta de que era totalmente cierto, me parecía tanto a esas mujeres en lo físico como se parecía mi madre y mi hermano era similar a la mayoría de esos hombres. La mente vuela, la imaginación se dispara, y la entremezclada sangre de nuestra piel de toro me hizo pensar que tal vez provenimos de un mercader persa, un comerciante de alfombras o vaya usted a saber… La mayor evidencia de todo esto es la física, la más innegable.

Desde entonces no puedo ver un telediario en que al tratar estas noticias no vea parte de mí, mujeres con una cara parecida a la de mi madre, hombres como mi hermano, niños con rasgos similares a los nuestros cuando éramos pequeños…

Terencio dijo aquello tan célebre de “Hombre soy, nada humano me es ajeno” y comparto absolutamente esta máxima, pero soy extrañamente sentimental, y ese vínculo que me descubrieron hace tiempo ocasiona que si todas las guerras pueden en cierto modo dolerme, esta lo haga más. No entiendo la forma antidemocrática de intervenir del premio Nobel de la Paz, no comprendo su autoridad, no paro de pensar en los civiles que han muerto y en los que van a morir pese a que digan que solo atacarán destacamentos militares…

La vida sigue, los niños vuelven al colegio, las playas comienzan a vaciarse y los Estados Unidos de América, cuna de las libertades, ha encontrado otra guerra en la que meterse; como a ellos les gustan estas cosas, lejos de casa, sin manchar su suelo… Nada nuevo bajo el Sol y lo más triste es que no aprendamos nada porque nada de esto cambia…

www.SevillaActualidad.com

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...