¿Alguna vez yendo por la calle les ha saludado un Primer Ministro? Puedo decir con orgullo que a mí sí. El dirigente en cuestión es Mr Panga, Primer Ministro de Guadalcanal, una isla del Pacífico integrada en las Islas Salomón.

La vida es paradójica y surreal superando cualquier ficción y, si los medios de comunicación fueran de otro modo, podrían haber destinado a lo ocurrido en Guadalcanal una cobertura parecida al hermanamiento Japón-Coria del Río.

Pedro Ortega de Valencia, oriundo de Guadalcanal, el municipio sevillano, formó parte en tiempos de Felipe II de una expedición organizada por Álvaro de Mendaña, la cual exploró unas islas del Pacífico que, según afirmaban nativos del Perú, atesoraba más riquezas que las minas del Rey Salomón.

Acaeció que las Islas Salomón no resultaron ser productoras de oro en absoluto, pero dieron la oportunidad a don Pedro de bautizar a una de sus ínsulas con el nombre de su pueblo natal. Los años pasaron, también los siglos… El dominio de las islas no llegó a ser de la Corona de Castilla y Aragón como se había pretendido y, entre ingleses, alemanes y japoneses Guadalcanal, la del pacífico, fue incluso protagonista de una cruenta batalla de la II Guerra Mundial.

En el municipio sevillano, donde a veces el verano se oculta tras el fresco de la sierra, se ha producido en esta pasada semana un hermanamiento entre los isleños, los habitantes del pueblo e incluso alguna representación japonesa como para echar pelillos a la mar tras los incidentes de la gran guerra.

La mezcla ha sido poco menos que curiosa. Los actos variados, la repercusión no del todo elevada, pero es impagable cruzarte por la noche a Mr Panga y que éste, en una infinita cordialidad, salude con las pocas palabras de español que ha conseguido aprender.

Dicen que Cervantes estaba comiendo en el Mesón del Toro cuando entró un hombre bajito y gordo, que comió en una mesa cercana. Terminando éste, confesó que no tenía dinero para pagar, por lo que fue perseguido y manteado por el mesonero y sus empleados. Don Miguel, espectador de todo esto, acababa de encontrarse con quien le inspiró a su entrañable e inmortal Sancho Panza, el cuerdo, el llano y a la vez el soñador que quería gobernar Barataria.

El Mesón del Toro no se encontraba en otro lugar que en Guadalcanal. Desconozco si esta historia es cierta, pero me parece bonito creerla. Tal vez Cervantes premonizó que alguien de aquella región llegaría a una ínsula; una lejana, fantástica, tan diferente a la España de aquél siglo como lo son las dos Guadalcanal a día de hoy. Casi puede decirse que nuestro complutense universal solo falló en el nombre de la isla.

Parece que Ortega de Valencia fue al otro extremo del mundo para que ocurriera lo que siempre afirman algunos embajadores del municipio de la Sierra Norte como mi amiga Estrella: vayas donde vayas, hay alguien de Guadalcanal.

¿Saben donde nació el guitarrista Vicente Amigo o nuestro insustituible Pepe el Muerto? La fortuna es tan caprichosa que incluso quiso que el popular recuadrista -al que saben que le aguanto pocas tonterías- se casara con una natural de este municipio. ¿Se imaginan que nos hubiéramos cruzado allí? Casi prefiero encontrarme con Mr Panga, que tampoco sabe quien soy, pero es más sonriente.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...