Mi querida y ombliguista Sevilla podría echárseme encima si yo, nadando contra la corriente, dijera que una vez más se ha buscado ella solita lo que ha ocurrido con un programa de cierta cadena que no voy a publicitar porque tampoco me lo pagan.

En estas cosas tan complicadas que tantas sensibilidades tocan, cuesta mucho sacudirse los complejos, la vergüenza o la indignación para tener un mínimo de autocrítica y ver que si nadie hubiera participado con el programa de marras, si nadie hubiera respondido a ninguna pregunta absurda, apenas habría habido material para hacer semejante fantochada.

Habrá quien me diga que la gente es que es abierta, que responde de buena voluntad, que les ponen un micro delante y no saben para qué es… Peor me lo ponen, porque si uno conoce el programa, debe recelar; pero si ni siquiera se sabe, es mejor aquello de que en boca cerrada no entran moscas.

Pero esta ciudad, que tan rápido se indigna salvo con lo que debería indignarse, ahora se lanza a pecho descubierto a insultar a la cadena, el programa, la presentadora… Obviamente esa triada tiene su parte de culpa, pero sigo insistiendo en que si nadie entra al trapo no hubiera habido tanto que lamentar.

La prueba no la tengo muy lejos, porque parece que la memoria de la gente es breve, pero lo ocurrido es de todo menos nuevo. Ya hace un puñado de años pasó algo parecido con otro programa de la misma cadena y entonces ocurrió lo mismo. Músicos, costaleros, nazarenos… todos dando a la cámara lo que buscaba, folclore del barato, tópicos a puñados y un poquito de ridículo, que no falte aliño.

En aquella ocasión, mi amigo Miguel Andréu puso el ejemplo de su magnífica suegra, señora de espíritu firme que no se deslumbra ante una cámara. Fue entrevistada por la reportera en cuestión, o más bien diría que ésta lo intentó, porque ante respuestas lógicas, breves y coherentes, esta buena mujer no apareció en el reportaje. La gente corriente no interesa para estos menesteres.

Pero nuestro egocentrismo nos puede y, aunque llevemos puesto el antifaz, no podemos perder la ocasión de tener los minutillos de fama de los que hablaba Warhol. No tenemos la suficiente madurez o coherencia para comportarnos con el respeto que la Semana Santa merece, ahora bien, para echar espumarajos por la boca, espumarajos vía twitter, en eso no nos gana nadie. ¿Quién va a autoinculparse pudiendo culpar a esa cadena llena de rojos?

Imagino que la cadena tendrá la culpa también de que más de un personajillo no se haya leído en su vida el dorso de la papeleta de sitio, o de que alguna señora esté deseando cruzarse con micrófono y una cámara para que luego la vean sus vecinas… Pero en lugar de obviar todo este despropósito, los inteligentes cofrades replican y apelan al mal gusto del programa, triplicando así las visitas de un vídeo que, de haberse ignorado, habría quedado en lo anecdótico. Y si algo le faltara a este sainete propio de los Álvarez Quintero, va nuestro insigne alcalde, máximo conocedor de cuantos problemas atañen a nuestra ciudad, y remite un escrito a la cadena, ole con ole. Con suerte conseguirá que se ensañen con nosotros y tengamos un contraataque en forma de nuevo reportaje ultracasposo… Gracias Juan Ignacio, es justo lo que necesitábamos.

Mi abuela lo decía, y es una auténtica lástima que ese refrán no siga de moda: El mejor desprecio es no hacer aprecio. Pero nada, sigan indignándose. Entre el impacto en redes y las comunicaciones desde la Casa Consistorial, lo mismo no nos vuelven a hacer un reportajillo chufla. Lo mismo nos ganamos una serie completa de ellos.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...