En estos extraños tiempos que nos han tocado vivir, podemos ver a diario situaciones que enfrentan lo legal con lo moral, lo lógico con lo establecido, el bien y el mal entremezclados en mil matices. La contraposición de estas situaciones hace que empiecen a no quedar muchos sitios seguros donde poner los pies por miedo de que, al hacerlo con ímpetu, se caiga al abismo originado entre las dos realidades.

No sé si estamos tocando fondo en cuanto a desahucios se refiere, y todo parece ilegal a la vez que inmoral. No parece filantrópico que el ser humano viva diariamente viendo como dejan a sus semejantes sin algo tan básico como un techo. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué tanta gente firmó cosas que ni sabían qué significaban? ¿Por qué a todo el mundo le dio por querer ser propietario de un inmueble contra viento y marea? Según un profesor mío, fue una idea neoliberal franquista. El régimen consideró ideal tener propietarios, gente esclava de una propiedad, con todo lo que ello implica, personas con una soga al cuello que les quitara las ganas de gritar o sublevarse por algo.

Hay que reconocer que la idea salió mejor que bien, y a día de hoy seguimos pagando, tal vez más que nunca, sus consecuencias. Benjamin Franklin dijo que quien sacrifica su libertad por obtener su seguridad no se merece ni la una ni la otra, y tal vez, por mucho que nos joda, tenía toda la razón del mundo, cosas de masones. Pero lo dicho, lo que resulta ilegal no deja de ser inmoral, nos acusan por haber vivido por encima de nuestras posibilidades pero sin señalar a quienes animaron y fomentaron aquello.

Estamos llegando hasta tal punto que nuestro insigne alcalde, quizás con más miedo que vergüenza por la situación actual, ha determinado que Emvisesa no desahucie a sus deudores, por el momento. Los partidarios de Juan Ignacio saltan y aplauden la solidaria medida, pobres míos, pocas ocasiones tienen de tal cosa, pero no reparan en algo que a mí, sin que nadie se ofenda, me ha parecido indecente.

Y es que, la semana pasada, con gran movimiento por las redes sociales, se anunció la concesión de algunos espacios para que ensayen bandas de música a quienes Zoido les había prometido tal cosa por los tiempos en que el candidato a la alcaldía te prometía una parcela en la Luna a cambio de arañar un voto. Y llegamos a lo indecente del asunto.

Por delante va que a mí las bandas me gustan como a la que más, concretamente Cigarreras es a mi entender un ejemplo en muchas cosas, no sólo en cuestiones musicales, pero ¿puedo alegrarme de que una banda tenga donde ensayar mientras tanta gente no tiene donde vivir? Me cuesta, me cuesta muchísimo. Las bandas hacen una labor no sólo cultural o formativa, es una cuestión lúdica y social, generan un entorno que puede ser muy favorable para un colectivo tan influenciable como pueden ser los niños, y eso es innegable. Pero la instrumentalización de estas formaciones a nivel político roza lo obsceno, sobre todo porque casualmente el anuncio de los lugares de ensayo se produjo tras algunas manifestaciones en medios locales sobre la amnesia del alcalde ante determinados brindis al sol.

Qué bien y qué pronto, le dijo la tonta al tonto. Ya lo tenemos, señores, lo hemos encontrado. La forma de que el magistrado que nos gobierna nos haga algo de caso va a ser ponerlo de vuelta y media en algún medio que él o su círculo vean. Al y fin y al cabo, el de Montellano lo dijo al poco de salir victorioso de las elecciones. Iba a gobernar para los que le habían votado y para los que no. Aún sigo con la duda de a cual de los dos colectivos está cabreando más.

www.SevillaActualidad.com

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...