Gracias al magnífico cine de verano de Diputación, cada año puede disfrutarse de un variado catálogo de películas en el agradable microclima de un patio que parece estar un puñado de grados por debajo del resto de la ciudad.
La otra noche proyectaron por segunda vez en la semana ‘Larry Crowne, nunca es tarde’, protagonizada y dirigida por Tom Hanks. El personaje de Larry es tan cotidiano como el actor que lo encarna, Mr. Hanks, un tipo tan creíble que perfectamente encaja como militar, náufrago o productor musical… se me antoja un hombre que podría ser mi profesor o el vecino de al lado.
En esta ocasión, interpreta a un ciudadano corriente y moliente, un tipo que trabaja en una gran superficie, que se ha divorciado y rehipotecado su casa para pagarle a su ex mujer la mitad de la misma. Lo dicho, un tipo que en España podría llamarse Pepe Pérez.
Pero un buen día, despiden al bueno de Larry, pues su competitiva empresa, basada en los criterios de la meritocracia tan propios de USA, considera que al no tener estudios superiores no tiene posibilidades de ascender, cosa que no encaja con su política pues ellos aspiran a que todos sus empleados tengan grandes aspiraciones dentro del organigrama.
Me hizo gracia este detalle porque, hace poco, me contaron que una chica que acudió a una tienda para llevar su CV en respuesta a una oferta de empleo se encontró con la pregunta de “pero, ¿no tienes carrera universitaria?”. Aclaro que era un trabajo de dependienta y que la chica tenía un Ciclo de Grado Medio en Comercio, cualificación que me parece del todo suficiente para ese trabajo.
La globalización y el capitalismo hacen que exportemos e importemos lo peor de cada casa, y del mismo modo que les pasó a Larry y a esta chica a la que no le dieron el trabajo, vamos a conseguir que sea todo un privilegio entrar de personal de limpieza en cualquier empresa, pues con nuestra preparación universitaria acabaremos dirigiendo aquello. Digo esto con todo el respeto para las personas que se dedican a la limpieza.
De hecho, lo tremendo del tema es que, si para cualquier trabajo se valora más tener un título universitario que una formación o aptitud específica para el trabajo en cuestión, acabaremos clasificando a los universitarios como válidos y a quienes no lo sean con ese término tan propio de los estadounidenses, fracasados. Esto sin entrar en cómo se va a poner el panorama universitario como esto siga así… Totalmente calcado al de los habitantes del país de Tom Hanks, con créditos universitarios que tardaremos media vida en pagar, universidades de primera y de segunda, privatización extrema de la enseñanza…
Los problemas de Larry aumentan, pues como ya comenté, es esclavo de la rehipoteca de su casa, muy cotidiano esto también. Finalmente decide ir a la universidad y poco más puedo contar para no destripar más aún la película. Eso sí, curioso lo parecida que en algunos aspectos es mi universidad a la de Larry. No sé si será la globalización también o se deberá a una mera casualidad.
Además de la trama romántica entre Larry Crowne y su profesora, personaje encarnado por Julia Roberts –que, por cierto, curiosamente se llama Mercedes (no veía una protagonista con mi nombre desde El Conde de Montecristo)-, la película tiene un argumento secundario que realmente es el soporte de todo; la crisis, la forma en que ésta afecta a Larry y como él intenta salir a flote. Gracias al giro que su vida de estudiante le da a su rutina, aprende y se siente realizado, conoce gente nueva y retomando viejas amistades consigue un trabajo que le permite ir tirando. Con los conocimientos de economía que adquiere, puede ir a su banco y hablar de tú a tú con ellos.
No es un peliculón, no va a cambiar la vida de nadie, pero son 98 minutos entretenidos y agradables en que se bosqueja el panorama que nos está tocando vivir y cómo lo afronta un hombre que, como ya he dicho, si no es usted mismo, podría ser su vecino de al lado.