La sociedad de la información en la que vivimos, pese a sus muchos sesgos y censuras directas o indirectas, nos permite desde cualquier punto del planeta presenciar hechos históricos más o menos importantes.

Muchos recuerdan las imágenes de la caída del Muro de Berlín, lo que estaban haciendo cuando vieron el atentado contra  las Torres Gemelas, imágenes de guerras y catástrofes que nos permiten en cierto modo estar ahí.

Antiguamente la cosa era más radical. O se estaba o no se estaba, con la variante de la inventiva… He escuchado a tanto intelectualoide decir que estaba en París en Mayo del 68 que aquello debió ser un poco coñazo, a juzgar por los personajillos que afirman  haber participado  de aquellos días.

Sin embargo, dejando a un lado las inventivas y las imágenes de telediarios, aún hoy día puedes presenciar cosas que te hacen pensar “algún día podré decir que yo estaba aquí”. Cosas que tal vez para el gran público no sean de mucha importancia pero que tienen su hueco en el  corazón  de algunos.

El jueves pasado acudí a la Nocturna en que pude confirmar si lo que me habían dicho de Lama de Góngora era verdad o si se trataba de la exageración de sus amigos. Me alegro de poder decir que nadie había exagerado, y aunque el jueves no se consiguiera nuevamente la hazaña de abrir la Puerta del Príncipe (lamento haberme perdido la novillada, donde eso sí ocurrió), el tercer novillo de la noche fue la muestra de que todo lo que me había llegado era cierto, ese joven apunta maneras y muy buenas.

No voy a hacer una crónica taurina, no estoy capacitada para tanto, pero sí dejaré la pequeña queja de que esa primera faena de Lama de Góngora, tercera de la noche, mereció dos orejas en lugar de una. En momentos como aquél, es casi automático que te acuda a la mente la letra de ‘Alfileres de colores’ cuando la Maestranza parece escuela de danza y todo lo demás que yo soy incapaz de escribir.

Algún día Lama de Góngora será una de esas figuras del toreo que te regalan las mejores tardes. La otra noche fue muestra de ello con arte a raudales y ese estilo de toreo tan sevillano que no podrá dejar indiferente a ningún aficionado. Entonces, cuando vuelva a abrir la Puerta del Príncipe las tardes abrileñas en su ciudad natal, yo pensaré: ‘desde novillero se sabía que llegaría a esto, yo estaba allí, lo vi empezar…”.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...