Recuerdo perfectamente que el Domingo de Resurrección del año 2009, tras cenar, comencé a sentirme mal, y al ponerme el termómetro, éste iba ya por los 38,5 grados. Fue una semana plena, intensa, que literalmente me agotó, y que recuerdo con envidia de mí misma.

Envidio hasta esa fiebre, fruto del producto de las altas horas viendo cofradías, de las pocas horas de sueño levantándome pronto para visitar templos, cansancio de Jueves de Mantilla, Madrugá que se prolongó hasta muy entrada la mañana, Estación de Penitencia plena el Martes Santo. 

Creo que lo peor no son los días de esta semana que ha llovido, lo peor es el desánimo que venía arrastrándose desde el año anterior. Tristemente, suelen presentarse sin invitación algunas nubes en esta Semana Grande, y hay días, como el Viernes Santo, que tienen una especial mala suerte en estas lides, pero los dos últimos años se me están haciendo especialmente duros. Hemos tenido días completos, gloriosamente plenos, pero no sé porqué eso no acaba de ser un consuelo para mí.

Hay quien plantea que debería celebrarse esta semana la que más convenga, y no la designada por la Luna de Parasceve. Esto es Sevilla, la ciudad que hace con las tradiciones lo que Groucho con sus principios; si no le gustan, tengo otros…  De todas formas, esa idea tan peregrina no creo que nadie se la plantee mínimamente en serio, y en cualquier caso, la autoridad eclesiástica no lo permeitiría. Eso tampoco me consuela, no me gustaría que fuera una semana seleccionada, y de todas formas, ¿quién iba a garantizarnos una semana sin lluvia? Porque ahora que todos somos meteorólogos, sabemos lo complicado que es eso de los cirros, cúmulos y estratos.

Tampoco me consuelan las salidas extraordinarias, ni los retornos de las cofradías que interrumpieron su Estación de Penitencia a causa de la lluvia. Ahora queda un largo tiempo de espera hasta la próxima Semana Santa, tiempo de Glorias que nos traerá otras emociones, pero no las que hemos perdido.

Tengo una sensación rara, desde luego no tengo fiebre. Tengo un sentimiento, otra vez, de estar incompleta, de que me falta algo que nada ni nadie puede reponer. Entre otras cosas, me falta esa fiebre de 2009 que era producto de la plenitud de una semana.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...