Sintiéndolo o no, esta columna es programada y diferida. Cuando escribo esto no sé cómo nos ha tratado el tiempo y la lluvia, ni siquiera sé si esa marea celeste que le da al suelo de la Puerta Carmona el mismo aspecto que el cielo en un día bueno, ha podido salir. Pero aprovecho para un par de reflexiones que tenía en el tintero y que no vienen mal en esta semana.

No suelo contestar a los comentarios de los lectores, no por nada, simple ejercicio de libertad. Cada semana servidora tiene la oportunidad de opinar libremente en este espacio, y considero que quienes comentan tienen ese mismo derecho sin que yo les replique de algún modo. Pero en la última columna, algún comentario me ayuda a traer aquí un par de puntos que sin querer utilizarlos como adoctrinamiento de nada, que no soy quien para ello, me gustaría aclarar bajo mi punto de vista.

Caridad: como Integradora Social, y futura Trabajadora Social que espero ser, no me gusta esa palabra. La “caridad” nace históricamente de la necesidad de las clases pudientes por lavar su conciencia de algún modo contra menesterosos desafortunados. La Acción Social es un término más correcto en mi opinión; concepto que nace de una conciencia social que considera que  las personas en mejor situación deben ayudar a quienes por culpa de esta misma sociedad se ven en una situación desfavorable.

Partiendo de esta base, veo que de un tiempo a esta parte, una gran masa cofrade, reivindica casi con vehemencia que se reconozca la labor de las hermandades en esta área. No seré yo quien diga que dicha labor no es importante, pero me parece triste este exceso de reconocimiento, como si nada tuviera sentido sin palmada en la espalda y foto de rigor, olvidando que la mano derecha no debería enterarse tanto de lo que hace la izquierda. Esta tendencia lleva al ombliguismo, como no. Parece que el haberse centrado tanto en determinadas causas hace que la estrechez de miras se acreciente y nadie conoce más labor social que esa. Mientras se dan golpes de pecho ignoran la cantidad de gente atea o al menos no cofrade que colabora laboralmente o voluntariamente con asociaciones, ONG y organizaciones que muchas hermandades ni conocen, y ojo, tampoco tienen porqué conocerlas, pero al menos podría respetárselas un poco más, con un poquito de humildad, esa humildad que te lleva a pensar que no sólo lo tuyo es bueno o importante, que el mundo está lleno de gente que siguiendo tu código moral o religioso, realiza una labor al menos, igual de buena o importante.

No juzgar si no queréis ser juzgados es algo que se olvida frecuentemente, y se aprovecha el atril para influir en una decisión que imagino tan dura en la vida de una mujer como puede ser abortar, independientemente de los motivos que lleven a alguien a ello. Inmiscuirse en tipos de familias ya es una grosería, que de porquería guardan tantas familias supuestamente ejemplares bajo las alfombras, como para encima querer fiscalizar a los demás.

Si no vamos a entender el “Compromiso Cristiano” como la ayuda y el amor sin distinciones que predicaba San Vicente de Paul conmigo que no cuenten. Si queremos hablar de problemas sociales vamos a hablar de todos, dentro y fuera de las iglesias, porque yo que he ido a colegios religiosos toda mi infancia y juventud no me ofendo por no tener un crucifijo en el aula de la facultad, pero si me ofendo por muchas cosas que ocurren en el seno de la iglesia, y no voy a remitirme a escándalos sexuales, que son lo más fácil, hablo de cómo se me revolvieron las tripas sabiendo como pasaban las Navidades determinados miembros de la Iglesia de nuestra ciudad, después de que Asenjo rogase no hacer excesos consumistas en esas fechas.

Y lo peor de todo, lo más triste es que yo hable aquí de esto, porque analice determinados aspectos que se dijeron desde un atril; triste, muy triste, porque si uno ha visto la cruz de guía de la Vera-Cruz con su leyenda y sus penitentes fieles tras ella, si uno se ha perdido en la oración doliente que es la mirada de la Amargura, si alguien contempló como Simón de Cirene ayudaba a Jesús camino de Carmen Benítez es muy triste no hablar de todo eso y dedicarse a cosas que no tienen que ver con esta semana de Gloria sevillana.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...