El cambio horario no sólo es tendencia en Twitter. Estos días, y como sucede dos veces al año, es trending topic en la calle. Entiéndase también en el trabajo, en la facultad y, por supuesto, en el ascensor, donde el tiempo cronológico reemplaza -¡menos mal!- al tiempo meteorológico.

Se habla del cambio horario y, por más que se explique, nunca llega a quedarnos claro si el reloj se atrasa o se adelanta. Ora a las dos son las tres, ora a las tres son las dos. Y en ese trajín de manecillas andamos la mañana del último domingo de marzo y del respectivo de octubre.

Aunque, mirándolo bien, hasta eso se pierde. Lo de preguntar a uno si es de los que cambia la hora al acostarse o al levantarse empieza a sonar demasiado vintage. O carca, para que nos entendamos. No olvidemos que, en plena revolución digital, los dispositivos móviles hacen ya este trabajo por nosotros. Lo que no evitará, en cualquier modo, el desvelo matutino de un camastrón al acecho de un reloj de pulsera que, a efectos prácticos, nos sirva para confirmar que, efectivamente, para nuestro cuerpo son las diez por más que, desde hoy, esta claridad sea la de las nueve.

Y es que, el cambio de la hora se convierte, por dos veces en el año, en debate nacional. Están quienes se colocan a favor y quienes se posicionan en contra. Ahorro energético, mayor productividad… recuerdan los primeros. Alteración del sueño, menos descanso, no tanto ahorro… explican los segundos. Faltaría que la izquierda y la derecha se apropiasen, cada una, de estos argumentos enfrentados para elevar el debate a asunto de estado.

Pero no crean. Pensándolo bien, hace tiempo que la clase política se adueñó del tiempo. Juegan con él a su antojo y capricho al exponernos sus plazos. Por ejemplo, en Sevilla, donde los grandes proyectos siguen en el sueño de los tristes, hasta el punto de que, ni con la hora que nos dan ahora en octubre ni con la que nos quitan en marzo, salen las cuentas. Los accesos a Sevilla, la recuperación del patrimonio, las necesidades de los barrios… Cuentas pendientes que esperan a mejor hora y a que, para ellos, el reloj se adelante.

Esta noche, mientras dormíamos, a las tres volvieron a ser las dos. Es como si hasta el reloj nos diese una nueva oportunidad en forma de una hora más.

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...