Juan José Lara y Miguel Ramón García Reyes, durante la entrevista con Laura Contreras
En Andalucía hay 583.010 personas con discapacidad, 116.955 en la provincia de Sevilla, según los últimos datos de la consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía. ¿Qué problemas encuentran estas personas en su día a día? ¿Qué necesitan las ciudades para que sean verdaderamente accesibles? Nos acercamos a Cocemfe-Sevilla, la federación provincial de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, donde nos reunimos con Juan José Lara, presidente de la entidad, y con Miguel Ramón García Reyes, arquitecto y responsable del área de accesibilidad. Ambos demuestran conocer al detalle cuáles son algunas de las situaciones de inaccesibilidad que viven actualmente las personas con discapacidad y explican cómo podrían solucionarse de cara al próximo 4 de diciembre, fecha límite para que espacios, edificios, transportes, entornos, productos y servicios sean accesibles por ley. Pregunta: ¿Qué falta por hacer antes de la fecha fijada? Miguel Ramón García: Aquí hay dos aspectos importantes. En primer lugar, hay que conseguir que lo que no sea accesible, lo sea. Por ejemplo, al principio no había ningún autobús con rampa. Con el tiempo se consigue que todos tengan. Ese sería el primer paso. En segundo lugar, hay que mantener esas condiciones de accesibilidad, es decir, que haya un sistema de revisión continuo para que no haya un autobús en la calle con la rampa estropeada. Y se está consiguiendo que poco a poco se tenga más en cuenta en Tussam. Para el 4 de diciembre esperamos conseguir que al menos esté el primer paso, que a día de hoy no está. Y sobre todo llama la atención que no esté en todo aquello que es responsabilidad municipal o de las administraciones públicas, porque son ellos mismos los que han impuesto esa obligación y en ocasiones son ellos mismos los que no lo cumplen. P: ¿A quién afecta? Juan José Lara: Defendemos una accesibilidad universal y eso implica que exijamos los mismos derechos para todas las personas, tengan la discapacidad que tengan: física, sensorial, orgánica, intelectual. Es verdad que incidimos mucho en la física, porque así lo demandan las distintas asociaciones que nos llegan, pero la accesibilidad no está ligada a una determinada discapacidad. La accesibilidad afecta a todos: también a personas mayores, zurdas, e implica que todos podamos usar y desenvolvernos por igual en la vida. P: Veamos, por ejemplo, un parque público. ¿Cómo debería ser para que pudiera considerarse accesible? J.J. Lara: Si se cumpliera la normativa, en la entrada del parque debería haber una señalización para personas sordas, ciegas y con discapacidad intelectual para que pudieran entender en un letrero sencillo qué elementos hay en el parque. Una vez dentro, puedes encontrarte que las fuentes no sean accesibles, no solo el modelo en sí, sino también la ubicación de la misma. Por ejemplo, en el parque de Los Bermejales están en sitios inaccesibles y, si consigues llegar, la propia fuente tiene un botón en el suelo. ¿Cómo piso para que salga el agua si voy en silla de ruedas? Algo similar ocurre con las papeleras. En el parque Guadaíra las pusieron a una altura que estaban bien, pero luego no se podía llegar hasta ellas con la silla de ruedas porque no estaban ubicadas junto al camino principal. Afortunadamente ya lo han corregido. P: ¿Y qué ocurre cuando una persona que además de incapacidad tiene dolor y no puede circular por terrenos abruptos? R. García: Esas personas, en la mayoría de los casos, acaban yendo por la calzada, con el riesgo que conlleva circular junto a los coches. P: ¿Por qué creen que aún hoy hay espacios inaccesibles? R. García: La mayoría de las veces, por desconocimiento. Porque sí es verdad que, en cuanto comunicamos lo que ocurre, como pasó en el parque Guadaíra, muchas de nuestras peticiones se han subsanado. Algunas cosas ya se tienen en cuenta. Por ejemplo, en Sevilla están poniendo algunos contenedores de basura nuevos con manivela. No es lo ideal, pero ya al menos hay otra opción. J.J. Lara: ¿Sabes que para mí es más cómodo el contenedor de pie que el de manivela? Porque llego con la bolsa. Primero, la suelto en el suelo; después, hago el caballito con la silla [de ruedas] para pisar luego el pedal con la rueda. Se abre el contenedor, cojo de nuevo la bolsa y la lanzo dentro. Pero, claro, tienes que tener esa habilidad. No todo el mundo puede hacerlo. P: ¿Qué ocurre con los transportes? J.J. Lara: Los autobuses urbanos funcionan o no dependiendo del mantenimiento, pero se está consiguiendo con garantías. Los autobuses interurbanos están peor; hay líneas que no están adaptadas. Pero es que ahí, en el Consorcio de Transporte Metropolitano del área de Sevilla, hay otra problemática: hay distintas empresas y con distintos modelos de autobuses. Aunque el Consorcio intenta que las empresas cumplan, es más complicado, a diferencia de lo que ocurre en la capital que es solo una empresa, Tussam. En el Consorcio son muy receptivos. Por cierto, les pedimos que hicieran un estudio de la accesibilidad de todas las paradas, que no todas son accesibles, y ya va muy avanzado. Pero claro no todas las entidades colaboran igual de bien que esta. P: ¿Hay problemas con el servicio de taxi? R. García: En el sector del taxi no hay problemas porque hay un alto porcentaje de vehículos adaptados. El único problema es el cobro de las tarifas de los eurotaxis, que a veces son abusivas. Llamas y a veces llegan con más de seis euros, en lugar de con la carrera mínima. Deben tener las mismas tarifas que el resto de usuarios. [En los servicios contratados por teléfono, “el taxímetro empezará a contabilizar desde la adjudicación del servicio”, pero no podrá llegar al lugar de recogida del usuario con una cuantía superior al máximo equivalente al valor de la carrera mínima aplicable a cada horario que puede consultarse aquí]. P: ¿Y el metro? J.J. Lara: El metro de Sevilla no es accesible. Hay desniveles entre el vagón y el andén que puede ser peligroso, dependiendo de la estación. Sabes por qué puerta entras pero no si podrás salir sin dificultad. Y que no te coja un chaval con los cascos escuchando música y tú diciéndole “¡cuidado, que voy!” para no atropellarlo. Los accesos, con sus ascensores para entrar y salir, están geniales. Pero en la entrada y salida de los vagones nos encontramos el problema. P: ¿Conocéis algún municipio que destaque por su alto grado de accesibilidad? R. García: La provincia de Sevilla no es ejemplar en ese sentido. También hay ciudades que son más favorables que otras, como Sevilla capital, que es llana. Hay ayuntamientos que nos piden opinión sobre accesibilidad pero luego hacen caso omiso. Cada año hacen algo en concreto que se refiere a urbanismo, pero no hay una visión global sobre accesibilidad que abarque todas las áreas. Y eso es una lucha que también tenemos. [En la Diputación de Sevilla informan de que no disponen de estudios generales sobre el alto o bajo grado de accesibilidad en la provincia, pero aseguran que la accesibilidad “hace años ya que todos los proyectos de inversión la tienen en cuenta”]. P: ¿Qué otros problemas pueden encontrarse estas personas cuando hacen turismo? J.J. Lara: ¿Has ido a las Setas? El mirador, con caminos en desniveles y escalones, son muy peligrosos para ir en silla de ruedas. O cuando hacen exposiciones o actividades culturales en espacios abiertos en plena calle y están ubicadas en sitios inaccesibles. Así todas las personas no pueden acudir. R. García: Si vamos a una visita ubicada en ruinas romanas, al menos que un alto porcentaje pueda ser visitable y el resto suplirlo con alguna alternativa. Por ejemplo, hay una torre y no puedo subir, pues ponme una proyección audiovisual sobre la misma y la veo mientras los demás suben. P: Y en cuanto a los medios de comunicación, ¿tenéis alguna queja sobre el tratamiento que hacen de la accesibilidad? J.J. Lara: Imagínate la escena: “Los cojos han invadido la calzada y han prendido fuego a contenedores”. Esto sería noticia. Pero si decimos que el metro no es accesible, no interesa. Solo les importan los casos llamativos. Los medios de comunicación ni siquiera acuden a las ruedas de prensa que organizamos. El problema es que la mayoría de la gente no es consciente de que cualquier avance en accesibilidad beneficia no solo a las personas con discapacidad, sino también al resto de la sociedad. Si ponen una rampa, y voy cargado con bolsas de la compra, puedo elegir subir por la rampa, que a lo mejor me cuesta menos trabajo, en vez de por los escalones, que es lo que puede ocurrirle a una persona mayor y no tiene por qué tener discapacidad.

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