Podría decirse que el hombre es un ser en continuo conflicto, luchas por el poder o en búsqueda de la verdad absoluta han forjado la historia. En la actualidad, a esas luchas se han sumado otras que poco a poco van sumando militantes, como es la lucha por el cuidado y preservación del medio ambiente. La humanidad se enfrenta a una crisis ecológica de gran magnitud cuyo máximo responsable no es otro que el ser humano que con actividades como la explotación de recursos no renovables, la emisión de gases o la ocupación del territorio se está encargando de destruir la biodiversidad que nos rodea. Desde hace años, asociaciones ecologistas se encargan de concienciar a los ciudadanos y presionar a los gobiernos para que tomen medidas al respecto. En 2005, se dio un paso adelante con el Protocolo de Kioto, acuerdo internacional que surgió con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático. A pesar de ello, la lucha es larga y todavía queda mucho por hacer. La Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de una resolución aprobada el pasado 4 de diciembre, ha proclamado el año 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, contribuyendo así el turismo a los tres pilares fundamentales de la sostenibilidad: económico, social y del medio ambiente. Pero, ¿qué es el turismo sostenible? La Organización Mundial del Turismo lo define como el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas. Según María José Caballero, directora adjunta de programas de Greenpeace, “el turismo sostenible nos permitiría alejarnos del clásico modelo de sol y playa donde todo vale con tal de poder tumbarte sobre arena fina bajo el sol. El modelo presenta síntomas claros de agotamiento debido a la masificación, exceso de oferta y degradación de los ecosistemas costeros. Una de las consecuencias de esta explotación es la masificación y degradación que suponen en la práctica la pérdida de atractivo como destinos turísticos”. Sin embargo, tal como explica María José Caballero, “el futuro no es negro, existen numerosos tramos de nuestra costa en buen estado donde se promueve el turismo local y el respeto a la naturaleza”. No obstante, alejados de la costa, en la provincia de Sevilla, encontramos lugares que invitan a de igual manera a disfrutar de unos días de descanso en contacto con la naturaleza. Un ejemplo de ello es La Ruta del Agua, un itinerario turístico alternativo ubicado en las primeras estribaciones de Sierra Morena para amantes de la naturaleza que huyen del ajetreo de la ciudad. Se trata de un recorrido de 68 kilómetros que comienza en el monte Carambolo, en el Aljarafe y finaliza en Los Lagos del Serrano, al norte de Guillena, donde a pocos kilómetros del municipio, encontramos la mejor parte del recorrido: 14 kilómetros de gran interés ecológico delimitados como tramo restringido que sólo se puede disfrutar a pie, en bici, a caballo o vehículos 4x4 autorizados. El camino discurre por los embalses de El Gergal y Cala y el contraembalse de Guillena, principales abastecedores de energía y agua potable de Sevilla, y a lo largo del trayecto podemos disfrutar de la flora y fauna autóctona que hacen de este lugar un museo natural en el que poder deleitarse con el derroche de colores, sonidos y aromas. Sin embargo, no todo es naturaleza, pues durante el recorrido podemos encontrar embalses, restos históricos e incluso un palacio del siglo XIX inspirado en los castillos medievales, el palacio de Parladé. Además, en el camino también encontramos La estación La Gergal, testimonio que queda de lo que fue la línea ferrocarril Cala-San Juan de Aznalfarache, construida para llevar el mineral desde las minas de Cala hasta el Guadalquivir, aunque según la Oficina de Turismo de Guillena, no sólo servía para el tráfico de mercancías, sino también para el de viajeros y otras mercancías. Para finalizar, en el área de descanso La Cantina, se ubica el restaurante, donde los amantes de la naturaleza y del buen comer pueden degustar los platos típicos derivados de la caza como la perdíz, el jabalí o el venado, sin olvidar el típico salmorejo de Guillena elaborado con conejo. La Ruta del Agua es por tanto una opción alternativa para escapar de los agobios del día a día tanto solo como en familia y disfrutar de un amplio abanico de actividades como baño, buceo, pesca, senderismo o acampada a pocos kilómetros de la ciudad.

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