Can Wang, también conocido como el Gitano de Pekín, terminó el grado universitario de Ecología en China (algo similar a una Ingeniería en España) e iba a continuar su carrera profesional realizando un máster. Fue el destino quien puso el flamenco en el camino de este joven que, por aquel entonces, tenía veinticuatro años.

Navegando por internet dio con Paco de Lucía y su «Cositas buenas», álbum que comenzó a escuchar y le llevó a querer saber más sobre el Flamenco y la cultura española. Encontró entonces a un hombre de Granada que vivía allí, en China. Él no le abrió las puertas del Flamenco, pero sí le enseñó algunas cosas básicas de la guitarra que le llevarían a interesarse por el idioma español y sumergirse en el aprendizaje de esta disciplina.

Así, Can Wang, no solo aprendió español en casi un tiempo récord, sino que con su guitarra bajo el brazo cogió un avión que le dejaría en Madrid para cruzar Extremadura y llegar hasta Sevilla. «Cuando aterricé estuve en diferentes ciudades: Madrid, Barcelona, Cádiz…, pero a mí me gustaba Sevilla» indicaba a Sevilla Actualidad en una entrevista.

El Gitano de Pekín, tal como sus amigos le apodaron «de cachondeo» tal y como él indica, se quedó en Sevilla a vivir y es «discípulo» de grandes como Manolo Sanlúcar, quien le ha dado clases de guitarra y de Flamenco. Can Wang continua sus estudios con la guitarra, del que ya es todo un virtuoso, en el conservatorio de Córdoba. Aquí se puede apreciar como el Gitano de Pekín hace gala de sus acordes en la guitarra por bulerías:

El Gitano de Pekín y «su poderío» con la guitarra

Además de bulerías, el Gitano de Pekín se atreve con otro tipo de acordes que le hacen recobrar aún más valor a su talento. El que fuese alumno de Manolo Sanlúcar se atreve también con seguiriyas, rumbas, rondeñas, tango o con Ravel Pavane, pour une infante défunte.

Periodista. Titulada en Mediación Comunicativa y escritora.