Sin escatimar se ha expresado Gregorio Manzano en cuanto a objetivos sevillistas esta temporada. En Copa espera estar en otra final con el Sevilla, y en Liga no dice que «vamos a por ella porque el presidente me saca en Semana Santa bajo palio». Con doce años de experiencia como entrenador de Primera División, Manzano viene a Sevilla asegurando cumplir un sueño.

 

Sara Domínguez/Sevilla Actualidad. El sevillismo ha vivido en la convulsión (y en la desilusión) en los últimos meses. El club se había acostumbrado apostar por «hombres de club», personas que llevaban gran parte de su vida en Nervión y que, lo hicieran bien, mal o regular, enseguida eran cuestionados: que si juego ramplón, que si hombres cercanos a Monchi y Del Nido (y que comulgaba al cien por cien con su sistema), que si no tenían experiencia, etc.

La situación explotó en pretemporada. Se perdió (y de qué manera) la Supercopa de España y, el palo más grande, el Sevilla se quedó fuera de la Liga de Campeones. Los partidos en casa comenzaron a ser un infierno, y no precisamente para el equipo rival. El partido contra el Hércules, un recién ascendido que ganó por dos a cero, puso fin a la etapa de Antonio Álvarez como entrenador y dio la bienvenida a la era Manzano.

El partido ante el Borussia Dortmund era un primer test en el que se intuía que se iba a ver poco el trabajo del entrenador. Era pronto, pero se ganó. Ante el Atlético de Madrid, rival directo y ya eterno para el sevillismo, se pasó por encima de los de Quique Sánchez Flores. Los once locales dieron una versión completamente distinta: aquellos de los que se dudó parecían dioses sobre el césped, el equipo era un equipo y, sobre todo, sus componentes hacían fútbol de verdad. Resultado: 3 a 1 y ovaciones varias. La ilusión volvía a Nervión.

Es lo que muchos han coincidido en llamar ‘la mano de Manzano’. «Lo que hice fue recordarles quiénes eran como futbolistas, qué tenían por delante y cómo lo podían conseguir. Unas pinceladas muy breves hacia su propio ego y que lo sacaran de dentro», así habla el nuevo míster en una amplia entrevista concedida a los medios oficiales del club.

Y es que Gregorio Manzano, ‘el Profesor’, cree que «una buena mentalización y una buena aplicación de los conceptos psicológicos en este deporte son importantes y hay que trabajarlos bien». Sus armas son tan variadas como anécdoticas: «A Moyá le dije que haría la cagada de la jornada intentando lucirse con una palomita. A Aduriz le dije que haría la chilena soñada, pero que mandaría el balón a la grada… Con esto pretendía que hicieran exactamente lo contrario y, al final, ganamos 1-3″.

En términos tácticos, este estudioso del fútbol tiene sus preferencias, aunque entiende que, obviamente, todo irá determinado por el partido en sí: «En función de los jugadores de mediocampo, me gusta el rombo pero hay que tener dos jugadores adecuados y, si no, pues tres jugadores por delante y un delantero». Precisamente, opina sobre la parcela del campo de la que más se hablado en el Sevilla en los últimos tiempos: «Ahora mismo con lo que hay -en el centro del campo-, es suficiente».

Contra el Atlético de Madrid todo fue tan diferente, que hasta el siempre repudiado Romaric se marchó emocionado con la afición: «No me gustan los extremismos. Ni que por una mala tarde se descalifique a un futbolista ni, por un buen partido, el decir que ya es el superdios». También se disiparon dudas en cuanto al estado de forma de Kanouté: «Hay que dosificarlo, necesita estar fresco», dice del malí, que «puede jugar en todos los sitios porque es muy bueno». Apuesta, en todo caso, por la regularidad: «No soy partidario de aquel que en un partido dé un nueve y en otro dé un dos. Prefiero un jugador de siete todos los domingos», ha asegurado a SFC Periódico.

Estos días de parón liguero, Manzano aprovecha para imprimir su filosofía en la plantilla. Con su llegada al equipo, asegura que ha podido «retomar ese sueño lejano de haber sido jugador del Sevilla FC«.

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