Negredo firmó una gran actuación/sevillafc

El Sevilla cumple en su primer gran escollo de agosto, más en una excelente segunda parte que en una pésima primera. El 3 a 1 endosado al Barça es una buena renta, aunque en el Camp Nou el rival tendrá en sus filas a ocho campeones del mundo.

Sara Domínguez. La Supercopa de España se presentaba muy descafeinada en esta edición. La salida o no salida de Luis Fabiano, la falta de participación de las estrellas culés o el hecho de estar encosertando la ida de la previa de la Champions, desviaba la atención de lo que es, nada y nada menos, el primer título de la temporada en juego.

Pero Antonio Álvarez ya avisó de que él iba a sacar un equipo competitivo, y que había tiempo de recuperar jugadores para la cita en Braga. Sin embargo, ya fuera por descanso de los internacionales (Navas estaba jugando y también es campeón del mundo), ya fuera por no darle importancia al trofeo (el Sevilla, repetimos, tiene una cita muy importante en cuatro días), Pep Guardiola se trajo a Sevilla a un Barça «light», en el que primó el darle una oportunidad a los chicos de la cantera. Sólido motivo, pero arriesgado.

Frente a ellos, once titulares del Sevilla… que firmaron una primera parte nefasta. Era difícil de creer que no se pudiera hacer más ante aquel equipo. Las caras de sorpresa eran numerosas en la grada nervionense cuando en el minuto 20, visto y no visto, Ibrahimovic consigue enviar el balón a las mallas. El tiro a puerta de Navas en el minuto 17, que consigue muy bien parar Miño, había sido lo más peligroso que había conseguido el Sevilla en la primera mitad. En la segunda, tocaba espabilar.

Y así fue. La otra cara tuvo que ver con los cambios tácticos de Álvarez, que adelantó la línea de presión, y con la salida del esperado mediocentro creativo, Luca Cigarini. El italiano no decepcionó. Se le vió ordenando el juego desde la medular, indicando dónde había que poner el balón y, ¡sí!, dar ese esperado último pase en el minuto 17, en el que Luis Fabiano pone el 1 a 1 en el marcador.

Álvarez, acertado con los cambios, se decantó por dos delanteros, y puso sobre el césped a Negredo y Kanouté. Fueron ellos dos, precisamente, quienes protagonizaron la jugada del segundo gol sevillista. El madrileño se interna magistralmente en terreno culé por la banda derecha, y la pone para Kanouté, que la envía al interior de la portería. Gran jugada y golazo.

Con el mediocampo a buen recaudo y Negredo y Kanouté deleitando, solo faltaba, como guinda del pastel, el estallido de la principal arma blanquirroja: las bandas. Podría haber sido del talentoso Leo Messi pero, por suerte, el tercer gol fue de Kanouté (de nuevo) a pase de Navas, con una jugada que protagonizaron entre el palaciego y Diego Perotti desde la banda izquierda. Este último Sevilla, el de la segunda parte, es el que ilusiona.

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