Esta vez tampoco/eldesmarque.com

El Sevilla se despidió de la máxima competición europea sin hacer historia, sino repitiendo la misma de hace dos años ante el Fenerbahçe turco. Cuando, por resultado y por factor campo, lo tenían todo a favor, los de Jiménez se quedaron sin cumplir uno de los objetivos de la temporada.

 

Sara Domínguez. Se fue la Champions y de qué manera: jugando en casa (para que duela más) y con un resultado favorable de la ida. El «hoy hay que hacer historia» se quedó en cabezas gachas y mucha decepción. El himno de la Champions, que inspira a equipos grandes, sonó por última vez en el Sánchez Pizjuán, al menos esta temporada.

Nada, excepto la típica y necesitada desconfianza, hacía presagiar el final, no cuando Luis Fabiano estalla en el portero un gran centro de Jesús Navas (de nuevo, él) ya en el minuto dos de partido. Pero era un espejismo. El Sevilla no aguantaba el esférico, hacía un juego ramplón y previsible, se hartaba de correr detrás de un balón que no lograba mantener mucho tiempo. Los rusos tampoco conseguían sobradamente hacer juego, pero su gol llegó. Fue en el minuto 36 desde un saque de banda, bola que Necid cuela en la portería sevillista, con tranquilidad, sin encontrar ninguna oposición. Mal ahí la defensa blanquirroja.

Para postergar el sueño aparecieron los canteranos Navas y Perotti (ellos), dando muestra de una gran conexión entre ambos. En el minuto 40, marcaba Diego, y el sevillismo se vino arriba.

En la reanudación, Kanouté, que había entrado por Diego Capel, falla la primera, peinando un balón puesto al área de Navas. No se puede depender tanto del Niño ni tampoco de Andrés Palop, que, esta vez, no consiguió ser el santo del partido. Podría haberlo sido, porque cuando Honda diparó su particular y peligrosa honda directa, él la tocó con los guantes, pero no la detuvo. La falta que dio lugar al gol fue provocada, hay que decirlo, por Fernando Navarro, jugador que sigue sin cumplir con las expectativasEl balón entró, y ahora había que marcar dos veces para pasar la eliminatoria.

Y el Sevilla que no espabilaba. Los pases y los balones colgados al área (demasiados), se quedaban en unas contras envenenadas del CSKA, para las que, por cierto, el antídoto fue varias veces Didier Zokora. Muy bien el costamarfileño.

Pero ya no. Los nervios primero y la tensión transformaron a la afición de ilusionados a decepcionados, pidiendo muchos de ellos la dimisión de Manolo Jiménez.

Así se dijo adiós al sueño Champions esta temporada, y el conjunto hispalense puede centrar sus prioridades en Liga y en Copa del Rey. De esta última, por cierto, pronto se espera conocer la fecha de la final, a falta, claro, de lo que haga mañana el Atlético de Madrid.

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