El Sevilla es semifinalista de la Copa por cuarta vez en cinco años. Los de Jiménez se clasifican de nuevo para las semifinales de la Copa del Rey pero dejando atrás los esfuerzos y con un partido que podríamos denominar como un mero trámite en el que los deportivistas salían a por todas y el Sevilla FC les dejaba jugar.

 

Guía Blasco /Sevilla Actualidad. Atrás quedó el juego impecable frente al Barça del conjunto de Jiménez. Los nervionenses saltaban ayer al campo como si se tratara de un paseo y con ganas de que llegara el minuto 90. El sevillismo se cuestionaba el juego de su equipo tras la exhibición de anoche, ya nadie se acordaba del 0-3 de Riazor o del 1-2 del Camp Nou, todo quedaba en el tintero y las críticas aterrizaban en el Sánchez Pijuán.

Al otro lado, en Galicia, la dignidad del Deportivo no conoce límites. Con un cargamento de lesionados, mermadísimo de titulares y con una convocatoria trufada de animosos filiales, se plantó en el frío Pizjuán para hacer, exactamente, lo que había pedido su entrenador. Lotina quería ser un equipo serio y su Deportivo lo consiguió otra vez. Tanto que, al descanso, se fue 0-1 gracias a un gol de Bodipo que generó otra semi-tormenta en el Pizjuán.

El Sevilla vive en el inconformismo, lleno de espíritu crítico. El mismo sevillismo no se cansa de repetir que es uno de sus signos de distinción. Por eso, a pesar de que una semana antes el Sevilla ofreció una exhibición en Riazor, a la primera que tuvo la afición le recordó que en Nervión no juega bien, que no es el mismo equipo que empezó la temporada.

Al Sevilla no le salió nada en la primera parte. Para empezar, se lesionó Dragutinovic, que tiene una costilla rota ahora que parecía insuperable. Un mes sin él, una baja dramática. Luis Fabiano salió con ganas, fogoso y fue a más pero no hizo gol. Romaric, lento y fatigado por los partidos, se estrelló con los contrarios y Perotti y Capel estuvieron desconectados del centro del campo, un desierto con Lolo y Duscher lejísimos de los apoyos y la creación. El Depor estuvo mejor en el centro del campo. Lotina juntó nada menos que a cinco futbolistas, entre ellos Juan Rodríguez, que parece un maratoniano. No se cansa nunca.

Así que Lotina, que había elegido su objetivo antes de viajar a Sevilla, pasar el trámite como se pudiese y regresar sano y salvo, se marchó al descanso con una extraña sensación. Y si fuera posible, debió soñar. El Depor creyó que podía pensar en algo más. Jiménez estuvo coherente, sacó a Navas y, por arte de magia, el Sevilla se recolocó a la perfección. Sufrió un susto importante porque Navarro pudo tener un problema serio si Teixeira ve una zancadilla a Bodipo. Pero al sevillano se le movió la rodilla derecha, se marchó y el Depor perdió la esperanza.

Para entonces, el Sevilla ya dominaba el partido y si no empató fue por Manu, excelente ante Lolo y Luis Fabiano. Ayer le tocaba el aplauso. El Sevilla se puso las pilas a tiempo pero echó de menos un gol que le diese más brillo a la clasificación. Pero debería olvidarse cuanto antes de eso. También de la frialdad, de ciertos pitos. Está a tres grandes noches de otro título. Y el Sevilla sabe que una Copa está por encima de cualquier debate. Le toca empujar. A cambio puede tenerlo todo.

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