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Dos bicampeones de la Copa del Rey del siglo XXI se miden en octavos de final en una cita de alto nivel en la que el Sevilla de Sampaoli presentará sus credenciales en el Bernabéu.

El Real Madrid-Sevilla FC, como gran sorpresa inesperada en los octavos de final de la Copa del Rey, dispara la ilusión en este inicio de año 2017 y ofrece el mejor duelo posible para poner en práctica desde los prolegómenos del año uno de los retos más incuestionables de la entidad: seguir creciendo como equipo y hacerse un hueco entre los grandes. Y las máximas para continuar por la senda positiva emprendida en el pasado 2016 son las de competir sin ambages y sobre todo creer en las posibilidades de éxitos ante el gigante madridista. La referencia de Trondheim en la que ambos rivales se vieron las caras en la final de la Supercopa de Europa -en agosto pasado- es tan válida  como oportuna. Con un Sevilla FC totalmente en construcción y casi sin tener asimilados los conceptos de Jorge Sampaoli, el gen competitivo de los sevillistas y su actitud inimitable en las citas relevantes les llevó a rozar por segundos un nuevo título.

De agosto a enero, las cosas han cambiado. Es cierto que el Madrid de Zidane lleva una racha de imbatibilidad fuera de lo común (37 partidos sin perder) y con argumentos de sobra para ser efectivo, aún sin jugar bien y con bajas en el once, como la del ex sevillista Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo. Pero también es cierto que los nervionenses han transitado mucho camino en estos meses de competición y han crecido de forma exponencial, quedando reflejado en los compromisos que han cerrado el año. Plato futbolístico pues de calidad, ya que se enfrentan además dos bicampeones de Copa del Rey de la última década.

Al ADN sevillista se ha unido una idea de juego ya asimilada, engarzando una mejora considerable en las dos áreas; más solidez defensiva y acierto rematador, basada en un juego del que disfrutar. Competir al más alto nivel, con el reto de  amarrar un buen resultado este miércoles en el estadio Bernabéu y a ser posible marcando gol, será un paso importante en un duelo que dura 180 minutos. Esta vez siendo Samir Nasri de la partida, como pieza relevante que no estuvo en Noruega. Hay que crearles dudas a los madridistas. Las rachas largas como la del rival -muy elogiable- también tienen un final, por lógico método estadístico. Luego quedará la fortaleza del Ramón Sánchez-Pizjuán, que tendrá mucho que decir.

 

Como Trondheim en agosto, los precedentes coperos son una referencia, pero nada más que eso. Las más recientes son las dos semifinales de Copa del Rey en 2004 y 2011; en ambas pasó el Madrid a la final.  En la primera, el Sevilla FC cayó por un 2-1 global (derrota 2-0 en el Bernabéu y victoria 1-0 en Nervión). Y hace cinco años y medio, dos derrotas 2-0 y 0-1 para los madrileños.

En la nueva era del siglo XXI, se miden dos bicampeones de Copa del Rey. Los sevillistas tocaron plata en el torneo del KO en 2007 y 2010, dándole el testigo a los de Chamartín que lograron el título en 2011, más otro en 2014. Si en los antecedentes que se remontan al siglo pasado, el balance no es favorable para los nervionenses (tres de 13), en la nueva centuria las distancias se han acortado. Es buen momento de saber cuánto. El Sevilla sabe lo que es levantar copas españolas y europeas. Y tiene todo el derecho  a ilusionarse con otra gesta deportiva. Competir y creer en ella y en sí mismo es el primer paso para demostrar que se puede. Disfrutar del fútbol es el norte de este Sevilla FC que nos toca vivir. Empieza el espectáculo en 2017.