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Tras una primera parte en la que encajó a balón parado, el Sevilla FC no obtuvo -pese al gol de Gameiro- toda la recompensa a una segunda mitad que dominó por completo. El colegiado no señaló ninguno de los tres claros penaltis que pudieron verse en el área eibarresa.

El Sevilla FC cosechó un punto en su visita a Eibar, premio al que podría dársele más o menos valor dependiendo del momento que se elija para analizarlo. En la primera mitad volvió a verse un Sevilla oscuro y atascado, que para más inri encajó a balón parado a los ocho de juego. Sin embargo, tras el descanso todo cambió y los de Unai tomaron las riendas. Merecieron la remontada, que pudo llegar de sobra con tres penaltis no señalados por Martínez Munuera, pero al final todo quedó en empate.

Hubo, no obstante, que esperar al segundo acto para ver en acción al Sevilla. El tanto de cabeza de Borja Bastón congeló a los de Emery, que parecían volver a las malas sensaciones lejos de casa. Le faltó intensidad, ritmo y presencia en el centro del campo, a pesar de contar con hasta tres mediocentros –Krychowiak, Iborra y N’Zonzi- sobre el tapete. Gameiro, el único que no pisó el freno, asistió a Reyes en la ocasión más clara de los nervionenses, y que el utrerano estrelló en Riesgo. Bien es cierto que al borde del descanso ya se vio cierta mejoría sevillista, pero no sería hasta el segundo tiempo cuando esta quedaría patente.

Y es que el Sevilla que salió de los vestuarios ya era otro. El Eibar, sabiendo que su rival iba a dejar muchos espacios, esperaba agazapado a la contra y en alguna de ellas pudo sorprender, pero tanto Sergio Rico -bien en las salidas- como la precipitación vasca, evitaron que la cuenta se viera ampliada. Habría sido a todas luces injusto, pues era el equipo nervionense el que probaba una y otra vez a Riesgo. Así, hasta que a los 71 de juego, Gameiro encontraba premio a su gran partido rematando con lo que pudo un centro de Iborra desde la derecha en boca de gol.

Por fin se abría la lata, ya con Konoplyanka y Banega sobre el césped, dos de los artífices de la reacción. El partido se encaminaba a que la remontada fuera completa, pero no pudo ser. Ni tan siquiera los claros penaltis por manos de Ramis -en la primera parte-, una clara entrada sobre Gameiro y un manotazo del propio Ramis a Konoplyanka que el colegiado inexplicablemente ignoró.

Al final, reparto de puntos que no satisface del todo pero que reconoce la reacción del equipo sevillista en un partido que podría haber supuesto un paso atrás demasiado importante. Ahora, toca pensar en la Champions League.