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El Sevilla apenas presentó oposición en el Juventus Stadium. La Juve, muy cómoda y casi tocando a placer, abarcó la posesión y acabó imponiéndose 2-0 ante un Sevilla impasible.

El de esta noche era un escenario grande para jugar como un grande. Y el Sevilla no lo hizo. Le faltó, le faltó bastante para plantar cara de verdad a una Juventus que fue muy superior de principio a fin. El choque tuvo la historia que le puso la Juve, sobre todo en una segunda parte en la que el equipo de Unai, en desventaja en marcador, fue incapaz de meter la agresividad necesaria para poner en aprietos al conjunto italiano. La intensidad extrema que inyecta el Sevilla en las grandes citas no se vio esta noche en Turín, donde el equipo nervionense se mostró plano y previsible.

La Juve ganó con mucha facilidad, sobre todo en la reanudación. En el primer acto, en realidad, el Sevilla jugó muy ordenado y apenas dio opciones a los italianos, que sin embargo jugaban de forma constante en campo visitante y con las internadas de Cuadrado por la derecha hacían mucho daño. Krychowiak daba bocados y mantenía a raya a sus contrarios, contagiando a sus compañeros. Sin embargo, en ataque apenas había presecia, sólo llegadas tímidas, casi siempre basadas en centros sin veneno de Tremoulinas.

Paulo Dybala probó con peligro desde fuera del área a Sergio Rico, pero el bagaje ofensivo de los italianos no se traducía en ocasiones claras. El Sevilla resistía bien, haciendo su partido, pero a cuatro del descanso, un fallo en la marca de Morata dentro del área, costó muy caro. El delantero español le ganó la partida a Andreolli y Krychowiak y ajustició de cabeza a Sergio Rico.

El 1-0 daba premio a la insistencia local, pero con toda la segunda parte por delante había motivos para pesar en una reacción del Sevilla. Las especulaciones duraron los quince minutos del descanso. La Juve, que dio una exhibición de toque durante todo el choque, jugó a lo mismo que en el primer tiempo, como si el marcador todavía estuviera igualado. Y el Sevilla, por su parte, no terminó de dar el necesario paso al frente, confiándolo todo a acciones individuales de Konoplyanka desde la derecha que no llevaban peligro. Tenía que arriesgar, pero no lo hizo.

Unai, viendo la inacción de los suyos, sacó a Inmobile e Iborra, buscando más juego directo y las clásicas segundas jugadas que ofrece la presencia del valenciano. Pero fue en vano, porque la pelota era de la Juve y al Sevilla, de hecho, apenas le duraba tres combinaciones. Juan Muñoz por Reyes fue el último recurso, con tal de poner toda la pólvora posible. Pero de poco servía la pólvora en una noche en la que los delanteros vivían apartados del resto de sus compañeros.

Aún así, el Sevilla entró en los últimos minutos del choque con posibilidades, remotas pero posibilidades, de lograr la machada, hasta que la Juve, en una rápida salida a la contra por mediación de Dybala, muy activo, acabó haciendo el 2-0, obra de Zaza. Fue el último episodio de un partido en el que la Juve cumpló con su parte y el Sevilla apenas ofreció batalla ni fue de verdad a por el encuentro.