levante51

Reyes y Gameiro, con sendos goles y asistencias, encarrilaron antes del descanso un encuentro que se complicó en la segunda mitad, donde el equipo bajó el tono físico, pero mostró una vez más capacidad para saber sufrir y cerrar un triunfo de oro.

Con más suspense del necesario, porque los hombres de Unai se dejaron ir en la segunda mitad, el Sevilla volvió a sumar de a tres, tirando de autoridad y galones para imponerse ante un Levante que como siempre plantó batalla, pero que fue superado por el oficio y la contudencia del equipo de Nervión en el primer periodo. Fue en esa primera parte donde se vio lo mejor del Sevilla, un conjunto sólido, con jerarquía, inapelable cuando se ponía de gol, eficaz en todos los aspcetos e imposible para un rival que sólo inquetó tras el descanso, aprovechándose del bajón físico visitante. Pese a no sentirse cómodo en la reanudación e incluso encajar un gol, el equipo evidenció una vez más su buen manejo en las situaciones límite, sufriendo con empaque y conservando el resultado, con protagonismo especial para un Sergio Rico que exhibió temple y reflejos en los momentos en los que el choque achicharraba.

Más allá de los tres puntos, el partido ante el Levante deja la lectura de la enorme valía de la plantilla del Sevilla y de la multitud de recursos de los que dispone Unai Emery. Si antes del parón era Vitolo quien marcaba la diferencia y ante el Athletic fueron Banega, Vidal y Bacca, con permiso del siempre presente Iborra, en el Ciudad de Valencia el brillo fue para Reyes y Gameiro, que se asociaron en mutuo beneficio y dejaron encauzado el encuentro en los primeros cuarenta y cinco minutos. Con cinco novedades en el once con respecto al choque del domingo, jugando Carriço en el doble pivote con Krychowiak e Iborra en la mediapunta, dominando el espacio aéreo con una facilidad abrumadora, el Sevilla saltó al terreno de juego esperando las intenciones del Levante, hasta que a los diez minutos Reyes sacó la chistera y en la zona de tres cuartos partió al Levante en dos con una frivolidad sólo propia de los elegidos que Gameiro aprovechó, valiéndose de un preciso y complicadísimo remate cruzado que puso el marcador a favor. Un golazo.

El Levante no se hundió con el tanto del francés, todo lo contrario. El Sevilla, por su parte, reculó y esperó su oportunidad a la contra, aunque tal vez demasiado aculado, pero sin sufrir en exceso. El plan de buscar las espaldas de la defensa local con balones largos peinados por Iborra funcionaba, pero las llegadas con claridad no eran abundantes. No necesita mucho, sin embargo, el equipo de Unai para hacer daño, como viene demostrando en esta campaña especialmente cuando juega como visitante. Quedó de nuevo patente con la media hora cumplida, cuando, tras recuperar el balón y combinar con Vitolo, un astuto desmarque de Gameiro por la izquierda rompía la línea de fuera de juego granota, colándose el galo hasta la cocina para asistir a la otra banda a Reyes, que sólo tuvo que empujar. Favor por favor y partido casi cerrado. El casi podría haber sobrado al descanso si una magistral falta de Pareja no llega a estrellarse en el larguero. Pero la madera también juega y el choque quedaba vivo para el segundo acto.

Y vivo estuvo hasta el final, porque el Levante se fue arriba con garbo y al Sevilla con el paso de los minutos comenzaron a pesarle las piernas. Sergio Rico aguantó el chaparrón con oficio y los centrales, con Pareja imperial, achicaron lo que pudieron, pero de tanto empuje acabó llegando el gol de Uche, que ponía un partido aparentemente controlado en el intermedio bastante feo. Unai, que ya había sacado a Navarro, para frenar los persistentes avances de Morales, y a Vidal para dar aire, puso en el campo a Bacca, con el fin de dar otro color al ataque. Con el colombiano el Sevilla recuperó el acento arriba y de hecho el artillero puso de gol a Iborra y rozó el tercero con un trallazo que se fue de nuevo al travesaño. El Levante buscó la heroica, pero este Sevilla, además de jugar bien y adornarse como el sábado, sabe padecer y tirar de galones para ganar con jerarquía cuando no se puede de otra forma. Ésa es la grandeza de esta máquina de ganar que ha pulido Unai Emery, su variedad de recursos, sus distintos pero siempre fiables caminos para lograr victorias. 61 puntos y el objetivo europeo cada vez más cerca.