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El campeón dio la cara ante un enorme Borussia que ni con todo su estadio volcado pudo superar la autoridad visitante.

Ni ambiente infernal ni factor campo ni tercero de la Bundesliga… El Sevilla FC demostró este jueves porqué es el actual campeón de la Europa League y porqué ha ganado esta competición, su competición, tres veces en los últimos ocho años.

El Sevilla sufrió, porque no hay otra cuando se juega un choque de esta envergadura, pero tiró del oficio y de la entidad que sólo tienen los conjuntos con mística de grande. El Borussia cumplió con lo esperado, encimó a los nervionenses, por momentos los encerró: mucha velocidad, mucho dinamismo y mucho peligro. Pero a la contra el Sevilla machacó una y otra vez la retaguardia alemana, anticipándose continuamente, gracias a la enorme concentración que destilaron los de Unai Emery a lo largo de todo el choque.

A decir verdad, el suspense duró cinco minutos. El Borussia buscaba el primero, pero Aleix Vidal interceptó un cuero y salió como una bala, combinando con Banega. El argentino la abrió de nuevo a Vidal y en banda el catalán la puso al área, donde apareció un exquisito Carlos Bacca, que con un escalofriante remate dejó helada la caldera alemana.

El Borussia tiró de orgullo, logró empatar por mediación de Xhaka, pero otra fulgurante contra, cocinada entre Bacca y Vidal, acabó con una jugada de fuera de serie de Vitolo, que lo hizo todo bien hasta plantarse ante Sommer y cruzársela con el alma al fondo de la red. Dos de dos, mayor eficacia imposible.

Sin embargo, otra vez el Borussia empató, en una desaplicación defensiva, de las pocas, del Sevilla, esta vez con un seco remate de Hazard, que se quedó totalmente sol tras tirar mal el fuera de juego la defensa. Todo esto ocurrió en una primera media hora de partido trepidante, que dio paso a los minutos más difíciles para el Sevilla, que aguardó el descanso sufriendo como mejor supo.

Tras el alivio del intermedio, en la reanudación tocó de nuevo apretar los dientes. El Borussia salió con una marcha más, pero en el minuto 47 Bacca desperdiciaba un mano a mano ante Sommer que podría haber significado la sentencia, evidenciando el enorme peligro que transmitía el Sevilla cada vez que salía a la contra. Pero el Gladbach no iba a reducir su empeño por el peligro de las contras, estaba envalentonado y su dominio se fue acrecentando. El Sevilla, casi por inercia, se encerró en su área.

Fue entonces cuando apareció el mejor Sergio Rico. Kruse y Xhaka tuvieron magníficas oportunidades, pero Rico reaccionó soberbio. Unai quiso detener la sangría sacando a Mbia por Banega. Con el camerunés se ganó un poco de fuerza, pero en realidad la jugada clave fue un regalo de Xhaka, que cometió una entrada innecesaria sobre Tremoulinas y se fue a la calle. Con superioridad numérica y el Gladbach, todavía más volcado, sólo tocaba esperar el momento de dar el aguijonazo final. Y el momento llegó con una rápida contra que condujo Gameiro, que acababa de salir, y que culminó Vitolo, para cerrar un partido soberbio, de los mejores que ha firmado el canario con la camiseta del Sevilla FC.

Era un partido para crecer y el Sevilla no desaprovechó la oportunidad. Creció Rico, que no se arrugó cuando más abrasaban los germanos. Creció Vidal, fundamental en todas las contras que lanzó el equipo. Creció Banega, que cada vez que tocaba la pelota le daba sentido al juego. Creció Bacca, que se inventó un remate estremecedor para marcar un tanto clave que hizo que el Borussia tuviera que remar contracorriente desde muy pronto. Creció Vitolo, cómo no, con un partidazo tremendo, una actuación mayúscula, mucho más allá de los dos goles. Pero sobre todo creció el equipo, que necesitaba un encuentro de este calibre para demostrarse a sí mismo su incontestable poderío, el de un grande de Europa.

Crónica facilitada por el Sevilla FC.