sevilla-eibar

El Sevilla no pudo superar el enroque de un Eibar que jugó a empatar. Los de Emery, sobre todo en la segunda mitad, pusieron empeño, tuvieron ocasiones, sobre todo a balón parado, aunque fueron incapaces de darle al juego la fluidez necesaria.

El último partido de un año tan brillante como 2014 merecía un triunfo, que además valía para garantizar la cuarta plaza incluso sin jugar el próximo fin de semana. Pero de lo esperado a lo logrado hay dos puntos de diferencia, porque el Sevilla fue incapaz de romper el enjambre de un Eibar que plantó el autobús, pero no de cualquier forma, con sentido y una rigurosa disciplina que anuló casi siempre a los hombres de Unai.

El primer tiempo fue insustancial y en el segundo el Sevilla, ya con varios cambios, lo intentó más, dispuso incluso de ocasiones, tuvo varias faltas muy claras, pero nunca la lucidez necesaria para desbaratar el extremado orden de los azulgrana. En pleno descuento los nervionenses botaron en ataque una falta desde la banda derecha, con todo el equipo en el área. A todo el mundo se le vino a la cabeza la figura de Mbia y de hecho se coreó su nombre, aunque tímidamente, como más por obligación que por convicción, como tímido fue el remate del camerunés, que llegó al centro con su testa de oro, pero que no cabeceó con la certeza precisa. Un buen ejemplo de lo que fue el encuentro. Siempre ahí, rondando el gol, pero nunca con la pericia para definir y abrir el entramado vasco.

Fueron muchas las ocasiones en las que el Sevilla se plantó en el área del EIbar, y numerosas con peligro. Pero en el momento clave el pase no llegaba a su destinatario, el disparo se topaba en un rival o las persianas se cerraban cuando el disparo era la mejor opción. Todo eso, desarrollándose a un ritmo lento, que era lo que quería y consiguió fundamentalmente en la primera parte el Eibar. Poco o nada se vio en el primer acto, y no por falta de voluntad de los sevillistas, que perseveraron y no se arrugaron ante la dureza que se planteaba desde el otro bando. Simplemente, el Sevilla, espeso por mérito del rival, no encontraba las vías.

En la reanudación se elevó el ritmo y eso indudablemente hizo estar menos cómodo al Eibar. Hubo ocasiones claras, alguna clarísima, como un remate de Krychowiak en boca de gol, que se fue a las nubes. Gameiro también la tuvo, al igual que Denis, que vio como un disparo cruzado se iba lamiendo el palo izquierdo. Pero cada ocasión costaba un mundo, porque el Eibar defendía cada metro con el cuchillo entre los dientes. Sin embargo, el Sevilla empujó, sobre todo en el tramo final, ya con Bacca, Denis y Deulofeu en el terreno de juego. A balón parado tuvo también sus opciones, pero el buen trabajo que se hacía hasta llegar al área no era suficiente en los últimos metros, donde los armeros se mostraron intratables. El Sevilla acabó el partido volcado, mereciendo el triunfo, haciendo su partido, con la actitud debida… Pero no fue su domingo y sí el de un Eibar al que que a buen seguro le salieron mejor las cosas de lo que había previsto.