El Sevilla mantuvo todo el partido la delantera en el marcador hasta los últimos minutos/ Sevilla FC

El Sevilla se adelantó al final del primer tiempo, cuando peor estaba gracias a Aleix Vidal. En la reanudación disfrutó de sus mejores minutos e incluso se quedó con uno más en el campo, por la expulsión de De Paul. Sin embargo, cuando todo apuntaba a un cómodo triunfo el equipo se achicó y acabó cediendo el empate.

Extraño, tal vez sea ese el calificativo que mejor le viene a un encuentro en el que a decir verdad pudo pasar de todo, pero que en su tramo final parecía victoria casi segura para los nervionenses, que jugaban bien y con uno más, por la expulsión de De Paul en el minuto 21.

Antes de eso, en la primera parte, el Valencia había sido mucho mejor y de hecho Piatti vio como un disparo suyo se paseaba de palo a palo de Beto, que luego se iría lesionado. Sin embargo, el escenario cambió por completo con una genial asociación de Vitolo y Bacca, que acabó en gol de Vidal al filo del descanso.

En la reanudación el Sevilla hizo suyo el partido y perdonó en varias ocasiones el segundo, a lo que había que sumar que jugaba con uno más. El partido no podía estar más encarrilado, pero todo se complicó en el último cuarto de hora para asombro del respetable, ya con Banega por Vidal y Luismi por Iborra, que se fue lesionado, en el campo.

El Valencia dio un último arreón, sobre todo a base de una andanada de faltas favorables que fueron metiendo al equipo de Emery en su campo, renunciando prácticamente a la contra. El empuje visitante tuvo su premio a tres del final, en una embarullada jugada que remató con el pecho Orbán dándole un vuelco al encuentro difícilmente previsible unos minutos antes. Las gradas entonaron entonces el nombre de Mbia, apelando al espíritu del que nunca se rinde. Y el Sevilla, con cinco minutos de descuento, murió en el área de Valencia, aunque lo hizo sin precisión y con más fuerza que talento.