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El Sevilla (3-1), impreciso y por momentos apagado, no encontró nunca su sitio en un partido que se puso muy pronto cuesta arriba, ante un Athletic que fue superior en la zona ancha y ganó con rotundidad.

Lo que se presuponía difícil acabó siendo imposible. Las esperanzas de que el Sevilla pudiera desbancar al Athletic de la cuarta plaza dudaron apenas cinco minutos, el tiempo que necesitaron los vascos en adelantarse a través de un gol olímpico de Susaeta, que contempló con alborozo como nadie llegaba a su envío bien cerrado al primer palo. Esa jugada sintetiza bien lo que fue un encuentro en que el Athletic saltó con mucha decisión y, además, le salió todo, frente a un Sevilla, con un once con múltiples novedades que nunca estuvo cómodo y salvo al final no dio la sensación de meterse en el encuentro.

El Athletic fue mejor. Ésa es la lectura de un choqueal que luego se le pueden añadir ciertos matices. Por ejemplo, que los vizcaínos se encontraron con un gol tempranero que ni siquiera Susaeta cuando botó el saque de esquina esperaría. El candor que mostró el Sevilla en esa jugada le sentenció para el resto del partido, porque sin estar en plena lucidez, porque los minutos pesan cada vez más en las piernas, remar desde el principio contra corriente supuso siempre demasiado. No se puede decir que el Athletic pasara por encima de los nervionenses, porque no fue así, pero sí que todo le salió a pedir de boca, mientras que el Sevilla apenas se puso de gol, víctima de muchas imprecisiones en las entregas, pero sobre todo de su falta de acierto en casi todas las facetas.

La primera parte fue verdaderamente plana, casi por ambos equipos. Sólo Bacca rompió en varias contras el letargo, pero los pases nunca llegaban a su destinatario. Gameiro intentaba picotear, pero pocas opciones había para ello. El Athletic simplemente dejaba que el tiempo corriera, muy a gusto en el campo, siempre en superioridad en la zona ancha, donde Trochowski, que jugaba junto a Carriço e Iborra, apenas tocaba el balón. Los delanteros -Gameiro y Bacca fueron de la partida- jugaban muy lejos del resto y la sensación de desconexión fue la tónica imperante.

Poco cambiaron las cosas en la reanudación, el Sevilla quería llevar el peso del choque, pero no encontraba nunca el camino y el Athletic a la contra avisaba cada vez con más peligro. Muniaín puso el 2-0 con 37 minutos por delante. Emery movió el banquillo sacando a Rakitic y Vitolo con el fin de darle un volantazo a un encuentro que sin embargo ya estaba en un callejón sin salida. Todo se puso más oscuro cuando Diogo se fue a la calle por protestar, al ver segunda amarilla, y prácticamente al instante Ánder Herrera, en una jugada parecida al del segundo tanto, firmó el tercero. Por fortuna, el Sevilla supo darle dignidad al final e incluso Gameiro acortó distancias. Ya con Jairo en el campo el equipo acabó buscando una hazaña que siempre estuvo, sin embargo, muy lejos, porque para el Athletic era un todo o nada y, sin embargo, el decisivo partido del jueves dio la sensación que siempre estuvo en la mente de los nervionenses.

Crónica facilitada por el Sevilla FC

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