Sevilla-Celta

Un error de Beto al inicio de la segunda parte propició la derrota de un Sevilla incapacitado para generar fútbol bajo la batuta de un entrenador que sigue sin encontrar el método para sacar partido a su virtuoso plantel.

Hay días en el calendario de la temporada en los que lo mejor es quedarse en casa y ahorrarse el sofocón. Este sábado sin duda fue uno de esos. El Sevilla no jugó bien, porque su fútbol fue gris y apenas llevó peligro, pero tampoco el Celta hizo un partido para llevarse los tres puntos. Simplemente estuvo ahí para apuntarse un encuentro que fue desagradable con el Sevilla, que a su vez tampoco fue muy agradable con el fútbol. Todo lo que podía salir mal, salió peor.

Con 0-0 en el marcador, una mala entrega de Beto regaló el gol de la victoria al Celta.  Tal vez la única ocasión en la que el Sevilla se puso claramente de gol, Mbia se estrelló con el palo y Vitolo con una intervención salvadora de Yoel. Para colmo Gameiro, con los tres cambios hechos, se lesionó en los últimos 10 minutos. Ya por entonces el Sevilla había entendido que esta no iba a ser su noche y en las postrimerías del choque hubo más desazón que fútbol, con el empate demasiado lejos.

A decir verdad, pese a su mal partido el Sevilla no mereció perder, porque el Celta, aunque al final del primer periodo le quitó el balón a los de Emery, no hizo nada para imponerse más que estar ahí. Y con eso le bastó. Jugando con el mismo once que contra Osasuna, el Sevilla fue incapaz de imponer su fútbol en una primera parte por momentos cargante, con intenciones pero sin hechos.

El Sevilla hacía daño a la contra, sólo así podía desbaratar el engranaje de un Celta muy bien posicionado, que presionaba donde tenía que presionar para frustrar la creación hispalense. El equipo no trazaba un juego fluido y conforme avanzaba el choque incluso perdía el balón en manos de un Celta que iba a más. Emery se dio cuenta de eso y sacó a Cristóforo por Bacca. El vasco, obviamente, buscaba retomar el mando del choque y ganar peso en la zona ancha. Pero los planes se le fueron por al traste muy pronto, en el minuto 47, cuando Alex López, como el Celta toda la noche, supo estar en el lugar indicado, aprovechar el error de Beto y hacer el 0-1.

El Celta, cuando marcó, echó el cerrojo y tiró la llave. Entre que los gallegos defensivamente estuvieron muy serios y el Sevilla muy espeso, sobra decir lo que pasó después. El equipo lo intentó, pero las vías habituales para hacer daño no aparecieron. Rakitic, bien tapado por los rivales, no brilló como en otras ocasiones, el desequilibrio de Jairo no apareció, la profundidad de los laterales se topó con el afinado entramado vigués.

Emery buscó cambiar el viento sacando a Perotti por Jairo, pero la tierra no aparecía por ninguna parte, porque la guerra era más individual que colectiva y las combinaciones no existían. Aún así, el Sevilla la tuvo, con más de 20 minutos por delante. Rakitic botó un córner, Mbia saltó más que nadie y remató perfecto y abajo, pero el cuero se estampó en el palo izquierdo de Yoel, Vitolo cazó el rechace a bocajarro y el mentado Yoel sacó una pierna providencial para mantener a los suyos por delante. Eso fue lo mejor que hizo el Sevilla en todo el partido.

De ahí al final, ganas, pero poco más, sobre todo cuando Kevin Gameiro se lesionó con 10 minutos por delante y los tres cambios hechos, dado que Trochowski había salido al campo por Mbía. El francés lo intentó hasta que no aguantó más. Y el Sevilla hizo algo parecido, atacando porque tenía que hacerlo, pero sabiendo que no había opciones para empatar.

Crónica facilitada por el Sevilla F.C.

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