osasuna sevilla 2013

Una vez más el Sevilla fue incapaz de cerrar un partido que se le puso de cara con el tanto inicial de Álvaro Negredo. Osasuna remontó por ímpetu, ante la falta de empaque de un Sevilla que de nuevo no supo ganar fuera.

El Sevilla se fue de vacío, otra vez, en el que por fortuna ha sido su último partido fuera de casa de la temporada. Y lo hizo como en tantas otras ocasiones, sin merecerlo incluso, y eso duele más. Sostuvo bien el arranque local, se adelantó en la reanudación, y cuando mejor lo tenía se dejó remontar ante un Osasuna al que le valió jugar con corazón para levantar un choque que de nuevo deja al descubierto la fragilidad de este equipo cuando juega lejos del Sánchez Pizjuán. La necesidad de Osasuna pudo mucho más.

Con el final del campeonato a la vuelta de la esquina y todo en juego los nervios y el miedo generalmente pueden con el fútbol. Todo ello se palpó esta tarde en el Reyno de Navarra, con dos equipos que en el primer acto más que fútbol pusieron control y paciencia, guardando la ropa y esperando el error contrario, sin asumir más riesgo que el preciso. El inicio temible de Osasuna, apretando con el aliento de su gente no fue tal. Tuvo parte de culpa de esto el Sevilla, que salió muy bien plantado y cortocircuitando el flujo local como era debido para amansar el ánimo.

El Sevilla, con el once esperado, saltó al campo cuidándose mucho, lo que se tradujo en pocos sobresaltos tanto en área propia como en la local. Ofensivamente los de Emery apenas dijeron presente en el primer tiempo, aunque cuando lo hicieron, en el 43, pudieron haberse adelantado si Botía, que remató dentro del área a la media vuelta una buena dejada de Negredo, hubiera impregnado de más virulencia a su remate. Eso no quiere decir que el Sevilla no lo intentara, pero los navarros presionaban con mucho nervio y daban pocas opciones. Y, todo hay que decirlo, salían a la contra con peligro e intención. Las ocasiones que tuvo Osasuna vinieron de esa forma. No dispusieron de muchas, al igual que los nervionenses, pero sí de dos claras. La primera, de Armenteros, tras dejada de Kike Sola, que acabó en un blando remate del argentino que Beto blocó sin problemas. La segunda, sin duda la más peligrosa, vino de un centro desde la izquierda de Marc Bertrán, que Miguel Ángel de las Cuevas remató en el segundo palo, al largo de Beto.

El cuero se fue al palo, se paseó por la línea de gol, el portero lo sacó como pudo y tuvo la destreza de tapar con acierto en el primer palo un segundo remate de Armenteros que se iba para adentro. Esa sin duda fue la acción más emocionante de un primer tiempo en el que la adrenalina brilló por su ausencia. En el descanso, Emery hizo uno de sus cambios habituales cuando busca más profundidad, sacando a Cicinho por Coke. Y precisamente en los pies del brasileño nace la jugada del partido, al poco de la reanudación.

El Sevilla sale a la contra. Cicinho se la da a Navas, el palaciego mete la quinta y se mete en campo contrario, gana metros, llega a la línea de tres cuartos, plagada de defensas rojillos, aguanta, ve como Negredo tira un desmarque magnífico, se la pone al madrileño a su gusto, y entonces éste saca su chistera, le pisa el cuero a Andres Fernández para sentarle, contempla como Rubén se pasa de rosca mientras lo recorta por dentro, y marca a placer ante la admiración de todo el Reyno de Navarra.

La maravilla de los dos internacionales sevillistas no equivalía, no obstante, al triunfo, porque todavía quedaba mucho por delante. Sin embargo, al Sevilla no se le podía poner mejor el partdo, que parecía que tenía la situación controlada, hasta que se encontró con lo que no se puede controlar, un trallazo lejano imparable de Puñal en el 17 que puso las tablas en el marcador cuando Osasuna peor lo pasaba. El partido daba un vuelco y en esos minutos de zozobra el Sevilla intentaba contemporizar en la medida de lo posible, también desde el banquillo, sacando a Israel Puerto por Botía, que jugaba con tarjeta. Justo antes de esa sustitución Cicinho la tuvo, con un disparo que se fue a la red lateral de Andrés Fernández.

La emoción y, sobre todo, la tensión máxima embargaba al fútbol, en un tuya mía confuso, con el balón de un área a otra sin precisión, muy trabado y con Osasuna jugando a corazón abierto, impulsado por su necesidad. Beto contuvo hasta en dos ocasiones a los locales, primero sacándole un balón de gol a bocajarro a Kike Sola en su palo izquierdo, y luego blocando un remate igual de claro de Joseba Llorente. Parecía que el portugués estaba de dulce, pero en el 33 nada pudo hacer para detener el lanzamiento de una falta de Cejudo que se coló por su palo. El Sevilla, ya con Babá en el campo por Perotti, buscó el empate a la desesperada en los últimos diez minutos. Pero si la producción ofensiva había sido escasa hasta ese momento, todo se ponía mucho más difícil con los navarros por delante, que utilizaron todas las mañas habidas y por haber para congelar un resultado que les mantiene a flote en Primera.

El mayor peligro vino de una serie de faltas que se perdieron en la frustración de los sevillistas, que veían cariacontecidos como se les escapaba un encuentro que tenían ganado a media hora del final. La desesperación máxima llegó casi en el descuento cuando un remate de primeras de Negredo, tras una buena dejada de Babá a pase de Navas, se encontró con una providencial parada de Andrés Fernández. Ésa fue la última del Sevilla, que no fue inferior a su rival, que incluso tuvo el partido en su mano, pero que como en tantas otras ocasiones de la temporada, no supo vencer a domicilio, en parte por su nefasta inercia, porque ante el trallazo de Puñal poco se puede hacer, y en parte por la falta de oficio para cerrar los encuentros cuando estos se calientan.

Crónica cedida por el Sevilla F.C.

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