La ocasión desperdiciada por Rakitic en Málaga ejemplifica a la perfección las carencias de este Sevilla / SEVILLA F.C.

Las opciones, aunque reducidas, continúan pero las oportunidades para jugar en Europa empiezan a agostarse. El calendario no invita al optimismo, aunque sí el del Málaga en quien ya se piensa como adversario por la sexta o la séptima plaza por encima del Betis, al tener un partido menos.

Pero más allá de tropiezos ajenos, el Sevilla debe fijarse en sí mismo porque nunca en la Liga ha soprepasado la cifra de dos partidos ganados consecutivamente y tampoco nunca ha conseguido consolidar la progresión que apuntaba en anteriores partidos. Ganar fuera de casa parece una quimera y raramente se entendería una clasificación europea sin una victoria en Pamplona ante Osasuna.

A esta situación se ha llegado tras una temporada alarmantemente irregular, donde el Sevilla ha pagado su incapacidad para realizar un ejercicio completo en ataque y en defensa. Si nos trasladamos al pasado domingo en Málaga, comprobamos como los zagueros sevillistas rozaron la perfección, mientras la profundidad brillaba por su ausencia así como la efectividad de otros duelos, ejemplificado en la clamorosa ocasión desperdiciada por Rakitic.

Exceptuando el gran partido que los hombres de Emery desplegaron ante el Español, el Sevilla ofreció en la primera parte de Valladolid un pobre encuentro consumado con un gol en contra que evidenció sus debilidades defensivas. En cambio, sacó lo mejor de sí en el terreno ofensivo durante la segunda mitad para igualar el partido, aunque se quedó corto en efectividad, mientras el conjunto vallisoletano seguía encontrando agujeros en la defensa nervionense.

Antes, en el Pizjuán ante el Atlético, volvió a suceder todo lo contrario, con una defensa fuerte y rocosa (sólo perforada en un gol ilegal), y con un equipo que se mostraba romo en ataque, dando opción a que la mala suerte concediera la victoria a los colchoneros.

Estos partidos son sólo una muestra de lo que el Sevilla ha venido siendo durante toda la temporada. Un equipo inconsistente y demasiado irregular, con bastantes virtudes pero incapaz de sacarlas a relucir por completo en un partido durante varias semanas consecutivas.

Al margen de la victoria ante el Real Madrid y la derrota ‘in extremis’ ante el Barcelona y algunos episodios esporádicos como ante el Español y Granada, el conjunto nervionense apenas ha mostrado su cara más redonda, la de la calidad que atesora su once titular, pero que no termina de cuajar ante la inseguridad de unos resultados marcados por la ausencia de efectividad o por un pobre ejercicio defensivo.

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