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El Mallorca planteó el encuentro como una final sin vuelta atrás y sacó rédito de su intensidad con dos goles de Alfaro. El Sevilla tuvo siempre la posesión y Negredo llegó a empatar un encuentro en el que, sin embargo, no hubo historia desde el 2-1.

El Sevilla fue incapaz de prolongar fuera las buenas sensaciones que ha dado en sus últimos encuentros en casa. El equipo fue víctima de un Mallorca que en este partido se jugaba la vida, porque un tropiezo equivalía a medio descenso, y lo demostró con creces. Alfaro adelantó a los bermellones, aprovechado un rechace franco, Negredo hizo las tablas en la reanudación y de nuevo Alfaro, otra vez solo y a placer, firmó el definitivo 2-1, con 25 ásperos minutos por delante en los que los locales se desempeñaron con oficio y los de Emery con frustración.

Si no era el partido clave, éste se podía catalogar de muy importante, porque estaba por ver si esa versión fiable, de equipo sólido y convincente jugando a querencia con Emery al mando, se podía trasladar a los encuentros a domicilio, donde está la verdadera asignatura pendiente en esta campaña. Las dudas se tenían que resolver en Son Moix, un campo donde esperaba el Mallorca, que se jugaba la temporada, dado que una derrota y un hipotético triunfo de Celta y Zaragoza le pondría muy difícil la salvación. Los bermellones se tomaron el encuentro como un punto sin retorno y eso acabó siendo determinante. Salieron mejor, con mucho nervio, tal vez sin la fluidez de un equipo que atesora mucha calidad, pero con el empaque necesario para imponerse. Eso valió para que se adelantaran en el marcador, después de haber dado algún que otro aviso.

Giovanni lanzó una falta indirecta como directa, muy bien colocada, sin que el árbitro dijera nada, Beto despejó con una estirada y Alfaro totalmente solo empujó el cuero suelto a la red. A partir de ahí los locales lo tuvieron muy claro, renunciaron al ataque y se dedicaron a buscar contras peligrosas, muy bien replegados. El Sevilla se hizo con el balón, pero no atinó a encontrar los espacios que le llevaran al empate entre tantas piernas contrarias. Aún así, cuando el cuero lo tenía Rakitic todo era posible y de hecho un buen pase del croata no lo enganchó Negredo por muy poco en el minuto 18. Poco más hizo el equipo de Emery en ataque, pues pese a tener la posesión, no se mostraba preciso en la zona ancha, acusando mucho la agresiva y constante presión local.

En la reanudación el Sevilla no cambió la imagen. De hecho, incluso perdió protagonismo y otra vez se encomendó a la estrella de Beto, que ya había salvado una muy clara de Alfaro en el primer tiempo. El portugués se lució con un alud de reflejos para despejar un cabezazo a bocajarro de Giovanni, que finalizaba una de las muchas contras peligrosas que tuvieron los de Gregorio Manzano. Del posible 2-0 se pasó por obra y gracia de Rakitic al empate en tan sólo tres minutos. El croata cogió el bisturí y diseccionó la defensa rival con un servicio magnífico, que Negredo orientó con un control extraordinario, para luego definir tirando de clase. Con media hora por delante parecía que el partido tomaba el rumbo deseado, sobre todo porque el Sevilla, que jugaba ya con Baba por Kondogbia, comenzaba a llegar y ahora sí veía las cosas más claras. Sin embargo, la esperanza duró sólo cinco minutos, yéndose todo al traste de una forma muy similar a cómo se enrevesó el curso del encuentro en el primer acto. Martí botó un córner, enviando atrás con un centro templadito, Giovanni remató de cabeza desde la frontal, Beto voló, el balón se estrelló en su palo izquierdo y quedó suelto, apareciendo de nuevo Alfaro, otra vez en solitario, para finiquitar el encuentro.  

Los 25 minutos que había por delante dieron muy poco de sí. Reyes saltó al campo por Botía, y más tarde lo hizo Cicinho por Coke, pero como el resto de sus compañeros no tuvieron la clarividencia necesaria. El Mallorca manejó muy bien la situación y  con el 2-1 a favor anuló la voluntad del Sevilla. Con mucha destreza, los de Manzano se encargaron de que no hubiera partido. El Sevilla tuvo la pelota -el 74% la posesión en el partido- de ahí hasta el final, pero poco más. Y así, queriendo, pero no pudiendo, con acercamientos que llevaban más ficción que realidad, acabó pereciendo el equipo de Emery, superado por un Mallorca que salió lanzado, muy agresivo, y se llevó el encuentro sin más. 

Crónica facilitada por el Sevilla FC

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