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El Sevilla comenzó mandando y tuvo ocasiones para adelantarse, ante un Zaragoza que no mostró contemplaciones cuando pudo ponerse por delante. Los de Míchel fallaron mucho.

Mañana de arena la de este domingo en La Romareda en un partido en el que hubo de todo menos acierto sevillista en los metros finales, lo que al final acabó decantando la suerte para los locales.

El Sevilla tuvo el balón, pero no encontró el ritmo que le hace desbordar a los rivales, ante un Zaragoza que, replegado, supo esperar y aprovechar su momento, castigando a los andaluces en el primer error que tuvieron, algo que pesó mucho.

Aun así, el Sevilla pudo haber puesto el partido en suerte en varias fases, pero no supo transformar las clarísimas ocasiones de las que dispuso.

El Sevilla, repitiendo el dibujo del lunes con Medel en vez de Campaña, salió bien, mucho más directo que el Zaragoza. En los primeros nueve minutos los nervionenses habían sacado hasta tres córners, buena prueba de su dominio. Por la derecha, con Navas y Cicinho, se le hacía daño a los maños, que, sin embargo, con el primer cuarto de hora cumplido reaccionaron, sobre todo a la contra.

El choque, en suma, se abrió, con alternativas para ambos bandos, pero sin golpes serios, porque las ocasiones no aparecieron hasta el minuto 26, cundo Negredo tuvo una magnífica que no supo transformar. Tal vez ahí perdió el tren el Sevilla, que no volvió a tener el triunfo tan cerca. Un pase horizontal de Movilla en zona de peligro fue interceptado por el madrileño, que con todo a favor vio cómo su ajustado disparo se perdía rozando el palo izquierdo de Roberto.

El error de Negredo iba a costar caro, porque el partido se puso cruel poco después, cuando el Zaragoza aprovecho el primer desliz nervionense. Un comprometido servicio largo en la retaguardia de Medel fue cazado por Zuculini, que dejó en solitario a Helder Postiga. El portugués definió con elegancia y mucha calma, dejando grogui a los hispalenses.

No merecía el Sevilla irse perdiendo al descanso, pero el marcador al fin y al cabo sólo premiaba al que estaba siendo más efectivo. Con el tanto a favor el Zaragoza se gustaba, atacando incluso con sus laterales. El Sevilla lo pasaba mal, visiblemente noqueado,  y todavía tenía que recibir un nuevo golpe a poco segundos del descanso, después de que el bote de una falta, con estrategia incluida, acabara con gol de cabeza del rumano Sapunaro.

El partido se ponía prácticamente imposible, sobre todo porque daba la sensación que los de Míchel habían dejado pasar su momento, con un buen inicio y una ocasión tremenda de Negredo, todo lo contrario que el Zaragoza.

En la reanudación, Perotti saltó al campo por Maduro, pero la variación de fichas no cambió el cuadro de un partido que pintaba sólo para el Zaragoza, congraciado con el fútbol. La rampa se empinaba mucho, porque a los maños les salía todo. Míchel volvio a agitar el banquillo, dando entrada a Fazio por Botía, con amarilla desde el primer tiempo, y a Babá por Manu del Moral.

Se cambiaba una vez más el dibujo, con el fin de poner en liza más artillería. Y la intención tuvo premio, porque el Sevilla dio un estirón e incluso redujo distancias. Navas seguía siendo el principal hilo conductor de las ofensivas. Y, de hecho, por él vino el tanto, con un servicio medido, tras centro de Perotti desde la izquierda, que Babá remató de maravilla, sacando in extremis Roberto con los pies. Un zaragocista despejó y Gary Medel cazó el rechace, con un disparo lejano, que tras tocar en Lubbens se coló dentro.

Quedaban 20 minutos y ahora sí el Sevilla daba aparentaba regresar al partido. Ocasiones tuvo para empatar, pero de nuevo perdonó lo que no se puede en un fútbol donde las victorias y las derrotas se marcan en definitiva por el acierto dentro del área.

En el 79, un centro de Navas es rematado con la testa por Babá, yéndose el cuero por poco, mientras Sapunaru sacaba a pasear su codo en un claro penalti a Negredo que no fue señalado. Prácticamente en la siguiente jugada, un servicio excelente de Rakitic deja solo a Babá, que se hace un lío y deja pasar una oportunidad de oro, algo que no se volvería a repetir, porque el tramo final del choque fue un concierto de impotencia e imprecisiones, en el que Sevilla no volvió a ponerse de gol.

Y, al final, derrota, que si el Sevilla hubiera tenido más tino a buen seguro no hubiera sido tal. Pero lo que pudo ser no fue, ni vale como atenuante, por más que, en su descargo, los de Míchel murieran con las botas puestas.

Crónica facilitada por el Sevilla FC.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...