sevilla-barca-290912

El Sevilla cuajó un partido redondo, con otra exhibición de sacrificio colectivo que sólo podía llevar al equipo a una justa victoria ante el Barcelona, hasta que llegaron las decisiones arbitrales.

El Sevilla lo hizo todo para ganar, pero se quedó con la miel en los labios, padeciendo un final de partido cruel, sobre todo porque no daba premio al excepcional trabajo colectivo que de nuevo ofrecieron los hombres de Míchel.

El equipo local llevó al Barcelona al límite y lo hubiera tumbado de no haber sufrido en los últimos 20 minutos unas desafortunadas decisiones de Mateu Lahoz que acabaron derrotando a un equipo que, sin embargo, nunca cayó ante su rival en igualdad de condiciones, pero que acabó abatido por el injusto final que le aguardó el encuentro. Nada que reprochar, sin duda, a un Sevilla que cayó en el marcador pero que en espíritu bajo ningún concepto puede sentir derrotado.

Saltó el Sevilla al campo con el mismo dibujo que puso en liza en las dos últimas jornadas con tanto éxito. El planteamiento, como ante el Madrid, era muy claro: esperar al Barça, ponérselo difícil con muchos efectivos en la zona ancha y salir a la contra para sorprenderle, aprovechando  los espacios propiciados por la naturaleza ofensiva de los azulgrana.

El guión lo cumplieron los locales con mucha destreza y el espíritu necesario para igualar la calidad de un rival verdaderamente superior, que incluso con todo y eso al principio, hasta que los de Míchel no entraron en calor, pudo haberse adelantado, teniendo Palop  que decir presente en varias ocasiones.

Sin embargo, una vez pasados los apuros iniciales el Sevilla le encontró el pulso al choque y sin duda fue el que más cómodo se encontró. El Barcelona se perdía entre el mar de piernas rival, que con continuas ayudas acababa siempre imponiéndose, saliendo con celeridad, hasta que pasado el ecuador del primer acto dio por fin el primer golpe de la noche, con una jugada rotunda, que en sí ejemplifica lo que fue el Sevilla.

El Barça ataca, pero se estrella una vez más con la muralla, Spahic supera la línea de presión con un envío largo que amortigua Negredo en la divisoria. El balón llega a Medel, que mete la directa y cuando se asoma al área dispara flojo y mal, despejando un defensa, con la fortuna de que el cuero le queda en suerte a Trochowski en el flanco izquierdo del área. El alemán cruza con todo y desata la euforia en Nervión.

El gol sevillista no relajó a los de Míchel, que continuaron sentando cátedra en torno a lo que significa jugar solidariamente y con agresividad, de memoria, incluso por instinto, lo que propició que incluso antes del descanso las veloces salidas de Navas o Negredo hicieran pensar en el segundo, ante un Barça cariacontecido, atragantado con la efectiva puesta en escena local.

El descanso no varió el cuadro, al que el Sevilla le dio un nuevo brochazo triunfal apenas volver al campo. Recuperación en la medular, Medel habilita a Negredo, el madrileño gana la posición y define con mucha habilidad ante Valdés levantando el cuero ante su salida. Todo se ponía de cara, pero el Barcelona no estaba dispuesto a vender barata su piel y con un zurdazo lejano de Cesc acortaba distancias con 38 minutos por delante, dejando claro que la noche no iba a ser un paseo para los locales. Tal vez por el gol azulgrana y el lógico desánimo o tal vez porque el gran esfuerzo colectivo comenzaba a hacer mella, el equipo comenzó a sufrir, sobre todo porque la frescura mental se redujo en las contras.

Sin embargo, no fue hasta el minuto 26 cuando el partido se puso imposible, y no por fallos del Sevilla precisamente. Fue en ese momento cuando Medel vio una rícula tarjeta roja, después de la enésima provocación –teatro incluido- de Cesc, el mismo que provocó la expulsión de Kanouté la pasada campaña. El chileno apenas tocó al catalán, que se tiró al suelo demostrando unas dotes cómicas que dejan mucho que desear. Kondogbia salió al instante por Rakitic.

El tramo final del encuentro iba a ser cardiaco. Con uno menos, el Sevilla resistía como podía el continuo empuje azulgrana, que encontraba en Mateu Lahoz un aliado de lujo, desquiciando el valenciano a los locales con un goteo constante de faltas en contra. Aún así, el Sevilla resistió hasta el filo del minuto 90 cuando el criterio arbitral´, una vez más, derrumbó las emociones locales.

Jugada dividida, mano clarísima de Thiago, Lahoz, que está al lado, no ve, o no pita, nada y empate de Cesc, para desquicio colectivo de una grada que no entendía lo que estaba sucediendo, buscando una explicación inexistente a la vodevil que estaba dando el colegiado.

Míchel, de los nervios, acabó expulsado. Al menos se ahorró el el disgusto de ver un descuento atroz de cinco minutos que liquidó a un Sevilla con la moral hundida, presa fácil del Barça, que ganó sin superar jamás a un Sevilla gigante, que sin duda demostró una vez más que está muy bien trabajado y que sólo ante situaciones inexplicables como la que generó el silbato esta noche se verá alejado de los triunfos.

Crónica facilitada por el Sevilla FC.

www.SevillaActualidad.com

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...