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El Sevilla, con Reyes muy activo y acertado, dominaba el encuentro hasta que regaló al filo del descanso un gol que condenó sus aspiraciones. Apretó en la segunda parte, pero no tuvo pegada suficiente.

El Sevilla ha firmado un encuentro que recuerda y mucho a algunos protagonizados en lo que va de campaña. El equipo nervionense cayó por la mínima en Vallecas, tal vez sin merecerlo pero, paradójicamente, labrándose a sí mismo su destino fatal, tal y como, por ejemplo, ocurrió en Valencia ante el Levante, sin ir más lejos.

Fue un harakiri en toda regla, porque cuando el choque parecía bajo control, los andaluces se devanaron el vientre al filo del descanso, concediendo a Michu un gol absurdo que desequilibrió un choque en el que, dicho sea de paso, otra vez más la pizca de suerte que necesita un equipo ganador fue esquiva.

El encuentro se puede analizar desde múltiples ópticas. Atendiendo a lo estrictamente futbolístico, la realidad es que en Vallecas hubo minutos buenos, sobre todo en el comienzo. La inclusión de Reyes, en la mediapunta, en el equipo fue un plus. El utrerano aceleró las transiciones y aportó muchísima verticalidad, para un equipo que salía voraz a la contra.

La primera media hora fue esperanzadora, con el Sevilla montando ataques con tres toques y perfilando el gol con mucha intención. De hecho, tuvo que haberse adelantado en el minuto 12, después de una gran accón de Fazio, pero el línea apreció fuera de juego donde no había absolutamente nada. Esas son las clásicas jugadas que en definitiva marcan el signo de un encuentro que va a deparar derrota.

Sobre todo por la izquierda, donde Luna tuvo un papel destacado, incidieron los nervionenses. El Rayo fue testigo impotente del choque hasta que se encontró con el regalo navideño retrasado en la última jugada del primer acto. Un inocente balón al área se atoró entre Fazio y Varas, despejando flojo el portero y cazando el presente Michu sin oposición. Esta desgraciada acción fue el epílogo de una primera mitad que descuartizaba los méritos visitantes en una acción puntual, obviamente, inconcebible en fútbol de alto nivel.

El llamado tanto psicológico que se suele dar en la antesala de los descansos fue tal, porque el Sevilla salió grogui al campo en la reanudación y en menos de cinco minutos Tamudo, aprovechándose de una relajada acción defensiva, hizo el segundo.

Las aspiraciones del Sevilla eran de arena fina y se desmoronaban en un santiamén. Marcelino reaccionó. Sacó a Medel y Kanouté al campo. José Antonio Reyes era de los pocos que no le perdía la cara al choque, ascoiándose muy bien con Rakitic.

Y la reacción llegó por fortuna pronto. Un córner desencadenó disparo de Rakitic desde la izquierda, rechace de Dani Jiménez y gol de Escudé. Las distancias se acortaron y el Sevilla tuvo unos buenos minutos de intensidad que invitaban a pensar en positivo. El equipo encadenó varios saques de córner consecutivos y Negredo en el minuto 65 la tuvo, fallando dentro del área con un laxo remate raso, tras controlar magníficamente un servicio largo.

El empate se mascaba, pero la retirada de Reyes por molestias, rebajó las expectativas, pues el canterano sin duda estaba siendo el hilo conector en la zona de ataque. Aún así, sin Reyes, el Sevilla pudo empatar, sobre todo a un paso del final, cuando Negredo se sacó un remate descomunal que se estrelló en el larguero… Una vez más el acierto arriba no estaba con un Sevilla que se volcó en el área hasta que el choque dio su último aliento.

Pero no, otra vez no. El Sevilla se va de vacío de Vallecas.

Crónica facilitada por el servicio de prensa del Sevilla FC.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...