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Las expulsiones y el sufrido asedio final enturbiaron un buen partido del Sevilla. La victoria sabe especialmente bien.

El Sevilla hoy se ha dejado ver en una versión que gusta, al menos en la primera mitad del partido. La zaga va dando confianza, el mediocampo cumplía sus funciones. Arriba, Negredo y Kanouté, que son garantías, como sabemos.

Hoy también estaban bien las bandas, incisivas, dejando el sello del Sevilla en ataque. Sobre todo, Navas. Cuando él está bien, se nota.

Los de Marcelino salieron a por el partido, con intención, sin imprecisiones y ante un Valencia que nada tuvo que ver con el de la última jornada ante el Barça. Se ve que Emery sigue sin cogerle el truco al Pizjuán.

El Sevilla salió a por el partido y encontró pronto recompensa, con un gol de Kanouté que no sube al marcador porque el árbitro, errando, decide anular por presunto fuera de juego del malí.

Poco hizo un desdibujado Valencia, al margen de un tiro lejano con mucha intención. Fue en el minuto 16. Uno después, la conexión Navas-Kanouté vuelve a hacer su aparición en Nervión. El palaciego se cierra por la banda y la deja ya en el área para el delantero, que no cede a la presión, perseguido como estaba por la defensa valencianista, y manda el balón a la red. 1-0

Por desgracia, los acontecimientos de la segunda mitad hicieron que el juego sevillista de la primera pasase a un segundo plano.

Trochowski fue expulsado por doble amarilla, y el Valencia se vino arriba. Iba a sufrir. Por eso, la impotencia hizo mella en Escudé cuando vio que Aduriz le ganaba la partida solo ante Varas, y le hizo un clarísimo penalti por el que vio la roja directa. Injustificado, en todo caso. El Sevilla se quedaba con 9 y con un penalti en contra. La desazón reinaba en Nervión.

Caprichos del destino o justicia divina, Banega envió el penalti al palo para algarabía de la afición local. Y, por si fuera poco el favor, Aduriz también le hizo uno al Sevilla cuando, minutos después, una agresión sobre Spahic le cuesta la expulsión. A saber qué le diría el defensa sevillista, que vio la amarilla.

Diez contra nueve, al Sevilla le tocaba aguantar para mantener el resultado. El Valencia también ayudó, pues no le salía nada. Pero, sobre todo, fue Varas el que la salvó. Enorme una vez más el de Pino Montano.

Por lo que se sufrió, por ganarle a un rival directo, por el juego ofrecido en la primera mitad, porque han estado bien los imprescindibles, porque también han triunfado las buenas tareas defensivas. Por todo, saben genial estos tres puntos de oro.

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