Imagen: Sevilla FC

Kanouté, Perotti y Negredo marcaron para el conjunto sevillista en un gran partido del primero, que abandonó el terreno de juego entre vítores de los aficionados.

El Sevilla sufría y él no tenía su mejor día. Retrasado, lejos del área, intentaba generar fútbol con Romaric, pero no estaba preciso, no acertaba en las entregas… La Real, encerrada a cal y canto, no daba opción con la muralla que plantó atrás. El partido apuntaba al 0-0 y la impotencia… Pero entonces Cáceres levantó por enésima vez la vista desde la diestra, la puso en el área y entre todas las cabezas se elevó la del mejor jugador de toda la historia del Sevilla FC, el gigante inigualable, sus 193 minutos de clase demoledora…Y remató, como casi siempre, con sutileza e intención letal para cambiar el sino del choque y meter al Sevilla en Europa por octavo año consecutivo, un nuevo hito histórico para la Entidad.

Verle levantar las manos al cielo en gesto de agradecimiento divino ha sido lo mejor que le ha podido pasar al Ramón Sánchez Pizjuán en su historia. Mucho se ha hablado de su continuidad o su marcha en la próxima campaña, pero él, ajeno a la incertidumbre que se dibuja en su horizonte, sigue agrandando su leyenda. Kanouté es máximo entre los máximos y este domingo volvió a dar una pincelada magistral, desatascando un partido que se estaba poniendo feo. Porque el Sevilla comenzó bien, con el balón, buscando espacios que no había pero generando peligro, que es lo importante. Sin embargo, o Bravo o la madera le alejaban del gol y el avanzar del cronómetro comenzaba a rociar de nervios las gradas de Nervión hasta que Kanouté abrió la lata a 26 del final.

El primer tiempo fue un monólogo del Sevilla. La Real sólo inquieto por un error de Medel que a punto estuvo de costar caro si Ifrán hubiera tenido más puntería. Fue el único pero del chileno, que cuajó un partidazo, permitiendo al resto de sus compañeros volcarse al ataque mientras él se encargaba del trabajo sucio. Sobre todo por la derecha el equipo percutía con cierta intención, con un Cáceres enorme. Por momentos el juego ofensivo del equipo partió siempre del uruguayo, pues Romaric, que estuvo muy activo y tocó mucho balón, no dudaba en habilitarle para que bombeara balones al área. El charrúa le puso un cuero magnífico a Negredo, que sacó Bravo con un paradón y más tarde de nuevo puso otro esférico excepcional que Negredo estrelló en el larguero. No había suerte.

La Real no cambió la propuesta en el segundo tiempo. Los donostiarras estaban encerrados en su campo, muy juntos, esperando que el avance del tiempo pusiera nervioso a los hispalenses. En el primer tramo de la segunda parte lo consiguieron, pues pese a que Alfaro mandó un balón al paro con la testa al bote de una falta de Romaric, al Sevilla le costaba llegar mucho más que en el primer acto. Kanouté se peleaba con el mundo entre líneas sin encontrar su sitio. No estaba cómodo y Negredo vivía desconectado. El partido no conducía a nada bueno hasta que en el minuto 54 Cáceres, que hizo un encuentro sensacional, la puso en el área para que Kanouté conectara un plástico cabezazo que se tradujo en una bonita parábola del balón y un auténtico golazo. El tanto dejó tocados a los vascos y antes de que se dieran cuenta y de que Lasarte buscara la reacción con los cambios, se encontraron con el segundo. Esta vez fue Perotti, que jugó tocado gran parte del choque, y fue infiltrado en el segundo tiempo, el que avanzó por la siniestra y le dio un servicio letal a Kanouté, intratable con la testa.

El partido se puso bonito y el Sevilla soñó con un final plácido, pero como viene siendo habitual a lo largo de la campaña, no pudo ser, porque una desaplicación atrás acabó con gol de Aguirretxe a 18 del final y un buen achuchón de los de San Sebastián, que llegaron a encerrar en varias ocasiones a los locales. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en Pamplona, los sevillistas sí supieron salir a la contra y consiguieron sentenciar con un remate a placer de Negredo en el 85, después de una buena jugada de Kanouté y Romaric. Ahí sí llegó la tranquilidad. Manzano cambió a Kanouté y el estadio se vino abajo en pos de su ídolo más preciado, al que se le solicitó sin titubeos su permanencia de forma masiva desde las gradas. Es algo que todavía no se sabe a día de hoy, pero lo que sí es una certeza absoluta es que por octavo año consecutivo el Sevilla estará en Europa y que disputará la última jornada como quinto clasificado… Todo ello en una campaña dura e irregular, repleta de sobresaltos, también de lesiones, pero ni siquiera así el equipo se quedará sin sellar pasaporte, algo más que significativo de la solidez de una entidad que sigue haciendo historia.

Fuente: Sevilla FC

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...